El malquerido 1
La interpretación de Jesús ‘Chino’ Miranda como el ‘bolerista de América’ constituye uno de los pilares de la película.

La nueva obra de Diego RÃísquez supone un momento importante en la consolidación de una propuesta creadora que ha transitado varias etapas con rasgos permanentes y precisos. El malquerido es una pelí­cula sobre Felipe Pirela —qué duda cabe— pero también expresa mucho sobre su autor. Aunque la figura del ‘bolerista de América’ se halla presente en casi todos los 100 minutos que dura la proyección, detrás de esa representación se encuentra la visión de un realizador que desde 1970 hasta nuestros dís ha estado experimentando y construyendo su concepción del cine. ¿Qué tienen en común Bolí­var Sinfonía Tropikal, 1979, con esta elegí­a a Pirela de hoy. Aparentemente nada, pero yo me atrevo a afirmar que mucho. El cine de Diego Rí­squez —cinco filmes cortos y nueve largometrajes— se ha cimentado sobre la base de iconos de la cultura nacional, comenzando nada más y nada menos que con Simón Bolí­var, al lado de Francisco de Miranda, Manuela Sáenz, Guaicaipuro y Armando Reverón. Sin ser un cineasta nacionalista —menos mal— ha conformado una manifestación diversa y amplia de la venezolanidad. Maneja los símbolos del país y los interpreta desde una mirada actual, madura, elaborada. También artista plástico, Rí­squez trabaja la imagen y la impone sobre la narrativa. Es un cineasta pintor más que un cineasta escritor. No desdeña la historia que cuenta pero la resalta a través de iconos. Esa es una fortaleza.

Centrémonos en El malquerido. A partir de Felipe Pirela, su vida, biografí­a escrita por el periodista zuliano Eduardo Fernández, el autor de Miranda (2006) y Reverón (2011) propone un giro significativo en el personaje a trabajar. Ya no es un precursor de la independencia ni un artista transformador sino un representante de la cultura popular, un bolerista, un muchacho sin á¡nimo de gloria pero sí­ de fama. Su film recorre linealmente la vida del cantante desde su infancia en Maracaibo, a mediados de los años cuarenta, hasta su asesinato en San Juan de Puerto Rico el 2 de julio de 1972. Sobre la base de sus confesiones, durante una entrevista televisiva en Borinquen, la historia se estructura como largos flashbacks que ilustran los distintos momentos de su existencia. De forma medular, su amor por Mariela Montiel se convierte en el conflicto dramático de la historia, desde sus primeros encuentros hasta su distanciamiento. Sus éxitos en Nueva York, México, Colombia, Puerto Rico, Panamá y otras plazas constituyen el trasfondo de la historia del encuentro y el desencuentro entre un muchacho de 23 años y una niña de 13. El malquerido es una historia de amor aunque no exista «una mujer que vive conmigo queriendo a otro». Es un bolero.

Lo más importante del film reside en su conformación como obra, es decir, en su trabajo de realización y de producción. Pieza de atmósferas esenciales, logra comunicar —además del conflicto entre Pirela y Mariela— la importancia del bolero, de la música popular, de los espectáculos internacionales, de las grandes orquestas de entonces, de la industria disquera y de las esperanzas de una época, en los albores de la democracia venezolana. Tiempos de una cierta inocencia. Rísquez vuelve a trabajar con su equipo habitual: Pedro Mezquita en la producción, Antonio Llerandi en la producción ejecutiva, Cézary Jaworsky en la dirección de fotografí­a, Leonardo Henríquez en el montaje, Alejandro Blanco Uribe en la producción musical, Mario Nazoa en el sonido y Fabiola Fernández en la dirección de arte.

La interpretación de Jesús ‘Chino’ Miranda como Felipe Pirela constituye uno de los pilares de la pelí­cula. Se apropió del personaje, lo elaboró desde adentro. No quiso imitar ni doblar a Pirela sino proponer su propia interpretación. Es su aporte como cantante y ahora como actor. No sobreactúa, como cabrí­a esperar en un intérprete novel. Canta en el tono de Pirela pero no lo copia. Es como si una actriz francesa quisiera imitar a Edith Piaf o un actor galo a Yves Montand. No pueden ni deben hacerlo. Hay que destacar que todo el casting, todo, está¡ muy bien estructurado, desde los personajes más importantes —la Mariela Montiel de Greisy Mena, el Jos{e Paiva de Iván Tamayo, el Billo de Héctor Manrique, la Mama Lucí­a de Sheila Monterola, la Aminta de Mariaca Semprún, la Paquita de Natalia Román, el Portabales de Carlos Cruz— hasta las pequeñas apariciones —el Daniel Sánchez de Sócrates Serrano y la La Lupe de Samantha Castilloâ que confeccionan el ambiente humano de la historia.

Su punto débil lo ubico en la construcción del guion, muy lineal, muy cronológico, poco audaz. Elaborado por mis amigos el periodista y crítico de cine Robert A. Gómez y el promotor cultural zuliano Emiliano Farí­a, al lado del propio Rí­squez, propone una visión biográfica casi didáctica. La entrevista televisiva en Puerto Rico, que le permite ir y venir en su vida, es demasiado convencional. Entiendo que pretende otorgar un cierto tono documental al relato, pero si el montador la hubiese quitado no habría pasado nada en la narración. Claro, esa es una decisión final del director. Sobre todo porque la historia de Felipe Pirela es conocida y posee referentes históricos ya asimilados en varias generaciones de venezolanos. Una vida muy arrabalera, muy contradictoria, muy confusa. La evolución dramática del personaje requerí­a de un mayor conflicto interno, una visión más crítica de sus conductas, una mirada menos complaciente. El guion cumple con la reconstrucción de la historia de un í­dolo popular, pero no añade una interpretación de sus contradicciones y zonas oscuras, que todos sabemos que existieron. Por eso entiendo que el film es una elegía de Felipe Pirela, es decir, el lamento de alguien perdido en la memoria colectiva.

El malquerido es un producto esencial para la evocación y apropiación de la cultural musical popular venezolana. Muchos espectadores jóvenes apenas habrán oído referencias sobre Pirela. Tal vez muchos admiradores de Chino y Nacho nunca hayan escuchado al ‘bolerista de américa’, ni siquiera sapan quién fue. Se sorprenderán cuando vean y escuchen al propio Chino Miranda cantando y actuando como un verdadero mito de la cultura popular venezolana.

EL MALQUERIDO, Venezuela, 2015. Dirección: Diego Rí­squez. Guion: Robert A. Gómez, Emiliano Farí­a y Diego Rí­squez, basado en el libro Felipe Pirela, su vida, de Eduardo Fernández. Producción ejecutiva: Antonio Llerandi. Dirección de fotografía: Cézary Jaworsky. Montaje: Leonardo Henríquez. Producción musical: Alejandro Blanco Uribe. Dirección de arte: Fabiola Fernández y Diego Rí­squez. Vestuario: Luisa Jacinta Aveledo. Maquillaje: Juan de Dios Guzmán. Efectos visuales: Titan Post. Sonido: Mario Nazoa. Elenco: Jesús ‘Chino’ Miranda, Greisy Mena, Iván Tamayo, Sheila Monterola, Mariaca Semprún, Natalia Román, Carlos Cruz, Sócrates Serrano, Samantha Castillo, Héctor Manrique. Distribución: Cines Unidos.

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