El juego 2
Lynnette Reyes y Grecia Augusta Rodríguez protagonizan ‘El juego’, nuevo montaje de la obra de Mariela Romero a cargo de Armando Gota.

En la dramaturgia de Mariela Romero, tal vez su pieza más montada ha sido El juego, dirigida originalmente en 1976 por Armando Gota, en la sala Rajatabla del Ateneo de Caracas. Sus actrices fueron Martha Velazco y la propia Mariela Romero. Recuerdo que fue muy bien recibida por el público y la crítica de entonces. Debo confesar que no la había vuelto a ver desde esa época. Hace unos meses, Gustavo Rodríguez se propuso montarla de nuevo, pero la muerte —cruel y tramposa— se atravesó en su camino. Este intento inconcluso de dirección por parte de Gustavo fue asumido por su amigo Armando Gota, primer director de la obra, con la cooperación de las hijas del actor: Giuliana Rodríguez en la producción y Grecia Augusta Rodríguez en la actuación. El elenco lo completa Lynnette Reyes. Todo esto conforma un emotivo homenaje a uno de nuestros mayores actores fundamentales. Se presenta los sábados y domingos en el Ateneo de Caracas hasta mediados de octubre.

Hay muchas lecturas para El juego pues se trata de una pieza abierta, de múltiples vertientes interpretativas. Sus personajes son Ana I y Ana II. Se habla de a) dos hermanas enfrentadas, b) de una mujer que contrapone su niñez y su madurez  y c) de una misma mujer con dos personalidades en pugna. Yo me inclino por esta última opción. Amor y miedo, dominación y sumisión, destrucción y nacimiento entre dos personalidades de una misma mujer. En esencia, el juego a que hace referencia la obra es un mecanismo de vinculación entre ambos personajes pero también es un instrumento de relación de la pieza con el público. Quien no haya visto alguno de sus montajes y desconozca su trama encontrará al principio una pérfida interacción lúdica, marcada por la dominación interna entre una y otra mujer y, después, por la dominación externa referida a una presencia masculina, implacable y amenazadora. Padre, esposo, concubino, hermano, no importa. Constituye la figura sugerida de la hegemonía del hombre sobre lo femenino. El miedo como constante. El castigo como regla.

Esta puesta en escena de Gota apuesta por lo esencial y se remite al minimalismo para expresar la lucha entre ambas personalidades, muy distinta a lo anteriores montajes de El juego. El director optó por un espacio cerrado con dos o tres elementos —la silla, los cuadernos, la cartera— para concentrarse en los diálogos pugnaces o afectivos entre Ana I y Ana II. Desarrolla la historia hasta un extremo profundamente íntimo, devastador e inevitable.

Las actuaciones de Lynnette Reyes y Grecia Augusta Rodríguez poseen la solidez de un conocimiento cabal de esa lucha de personalidades, una más infantil que la otra, pero ambas sumidas en ese extraño vínculo lúdico de esclavitud y rebelión. Ambas evolucionan en el escenario, se alternan los roles, se distancian de sí misma en esta especie de esquizofrenia interpretativa. Están muy bien en sus roles. Si Gustavo Rodríguez pudiera verlas seguramente encontraría la esencia de su trabajo, de su propio juego, de su sentido escénico.

EL JUEGO, de Mariela Romero. Puesta en escena: Armando Gota. Producción: Giuliana A. Rodríguez. Fotografía: Rafael Delgado. Diseño gráfico: Luis Medina. Registro audiovisual: Eliécer Paredes. Elenco: Grecia Augusta Rodríguez y Lynnette Reyes. Ateneo de Caracas. Sábados a las 7:00 p.m. y domingos a las 6:00 p.m.

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