El francotirador 1El francotirador es un personaje singular en el cine americano, desde que a Howard Hawks se le ocurrió filmar Sergeant York en 1941. La película buscaba apuntalar el esfuerzo bélico, pero lo hacía a través de la figura de un buen muchacho del campo, pacifista y encarnado por el emblemático Gary Cooper, que terminaba siendo un héroe de guerra.

El mismo año Walter Pidgeon buscaba pegarle un tiro a distancia a Hitler en Manhunt, del exiliado alemán Fritz Lang. Y en 1978, Robert de Niro pasaba de cazar ciervos a matar vietnamitas en The Deer Hunter de una efímera promesa llamado Michael Cimino. Porque el francotirador combina a la vez la tentación y la relativa inmunidad de la distancia. Es, si se quiere, un técnico de la guerra, el que puede por momentos despegarse de ella y verla con la perspectiva del caso. Un cirujano más que un carnicero. Con la veteranía que dan los años Eastwood acomete la historia de Chris Kyle, un SEAL que llegó a contar en su mira 160 enemigos muertos en la guerra de Irak, lo que lo transformó en el francotirador estrella de la marina americana.

Eastwood tiene en su haber un film más bien desafortunado de 1986 llamado Heartbreak Ridge, sobre la dureza de un sargento de los marines, que termina probando su heroísmo contra el temible poderío de la isla de Grenada en 1983. La película era marginalmente rescatable porque más allá de la gloria, buscaba encontrar el lado humano y las debilidades del protagonista. Este mismo enfoque, con mejor puntería, es el que vuelve a ensayar este francotirador americano, el hombre que, desde la distancia, debe proteger a las fuerzas en el terreno, neutralizando francotiradores enemigos e irregulares en general. Pero de Vietnam a esta parte, las guerras americanas se pelean en dos terrenos, el real y el del regreso a casa, en un mundo global en el que la imagen trae la guerra vía cable o vía Skype en tiempo real. El mérito de la película está en dejar las escenas de guerra como pautas de la vida del protagonista (señaladas con el número de tours hechos, en total cuatro), pero prestando igual o mayor atención a la vida del regreso, cuando el soldado debe regresar y, con su cuota de violencia y alerta a cuestas, enfrentar la vida de todos los días. Hay varias dinámicas que se ponen en juego y todas rotan en torno a la distancia. Distancia del país propio con el país extraño e invadido, distancia del francotirador a su presa, distancia entre los dos francotiradores estrellas de cada lado, que comienzan un duelo también a distancia. Ocurre que esta distancia está muy lejos de ser un escudo o una garantía de seguridad. Es más bien el vínculo que el francotirador tiene en todo momento con la guerra, y de la cual no se puede desprender. Más que un film sobre la guerra, a la cual el SEAL regresa una y otra vez, es un film sobre el regreso a casa, derrotado aunque sea reconocido por sus superiores y colegas como un ser que, teniendo el poder de matar, le salvó la vida a más de uno. Porque esos reconocimientos importan poco cuando el soldado arrastra el síndrome de la guerra, que no quedó atrás sino que lo impregna y lo posee. El genio del libreto está en tomar un estereotipo que llevado a sus extremos en el cine, ha sido Rambo, y humanizarlo, dotarlo de sentimientos, y explicarlo más allá de su uniforme y su pulsión de muerte.

El pretexto es el patriotismo, por supuesto (siempre lo es para los militares), pero la película en sus primeras secuencias delinea los motivos de este deseo de alistarse y partir a matar a tierras lejanas.

La agresión de septiembre 11 es el pretexto para una mente ya entrenada para cazar a distancia y respetar las armas según el mandato paterno. Pero la cuestión no termina allí, apenas comienza porque, establecida una vida de violencia, la película se plantea cómo regresar de ella. Y la conclusión no puede ser más pesimista porque la guerra que se inicia lejos vuelve a casa con el mismo poder letal que se buscaba ejercer contra el enemigo. Si los marines de 1986 triunfaban contra los indefensos grenadinos, los SEALS de 2014 vuelven a casa con su cuota de violencia, dispuesta a descargarla localmente. Otro hito de Eastwood.

EL FRANCOTIRADOR (American Sniper), EEUU, 2014. Director: Clint EAstwood. Con Bradley Copper.

 

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