El ciudadano ilustre 1
‘El ciudadano ilustre’ es la parábola del fracaso humano alrededor de las multitudes anónimas.

Los que hicieron esta película, inusual y argentina, son gente muy inteligente. Al verla me dio vergüenza formar parte de un estadio humano tan primitivo.

La sensibilidad artística, el talento como tal, no es nada democrático. Sólo unos pocos pueden formar parte de la aristocracia con una piel genuina. El ciudadano ilustre es la parábola del fracaso humano alrededor de las multitudes anónimas. Un Premio Nobel de Literatura, refugiado en la civilización, decide descender a la barbarie donde ocurrió su nacimiento circunstancial. En ese territorio hostil, se vive la peor comedia humana y el protagonista trata, desde una integridad suprema, de resistir la mediocridad que le abruma desde los homenajes sociales siempre interesados, siempre vacuos, siempre con segundas intenciones. No sólo la película es desmitificadora del ultramundo del subdesarrollo sino también de las solemnidades de una civilización encapsulada en su propia vanagloria.

Bastaría hacer un seminario con El ciudadano ilustre de Mariano Cohn y Gastón Duprat y la imprescindible película mejicana La Ley de Herodes (1999), de Luis Estrada, para derrumbar todas las apariencias superfluas que sostienen un estilo de vida social inmaduro, infantil y autodestructivo en todos sus ámbitos más variados en pleno siglo XXI de la heroica cultura e idiosincrasia latinoamericana.

Hay películas que te reconcilian con una vida alternativa y positiva, como posibilidad siempre abierta, desde la misma negación. El ciudadano ilustre cumple cabalmente con ese objetivo.

EL CIUDADANO ILUSTRE, Argentina y España, 2016. Dirección y fotografía: Mariano Cohn y Gastón Duprat. Guion: Andrés Duprat. Producción: Fernando Sokolowicz, Victoria Aizenstat, Eduardo Escudero. Música: Toni M. Mir.  Montaje Jerónimo Carranza. Elenco: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Nora Navas, Manuel Vicente, entre otros.

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