Arco Minero del Orinoco (AMO)
Intelectuales y líderes políticos han denunciado con insistencia la forma obscena como se depreda el medio ambiente y se destruye el ecosistema.

A Teodoro Petkoff, a quien mucho interesaba el tema de este artículo.

El asalto perpetrado en el estado Amazonas por guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), en el cual murieron tres guardias nacionales, resultando heridos otros diez, revela cuán importante se ha convertido el Arco Minero del Orinoco (AMO) para los insurgentes y la desprotección en la que se encuentra ese vasto territorio, convertido en una nueva colonia por la voracidad insaciable del Gobierno Nacional y su total abandono del medio ambiente, tema que representa una de las principales preocupaciones de los gobiernos democráticos y de los grupos ecologistas en todo el planeta.

Esta indiferencia ocurre a pesar de que en la Constitución de 1999 se le concede vital importancia al área ambiental. Con los derechos ambientales ocurre lo mismo que con los derechos humanos en general: sirven para alimentar la demagogia de Maduro.

Algunos intelectuales ocupados en tratar el asunto —entre ellos Alexander Luzardo, Santiago Arconada y Edgardo Lander— y líderes políticos —como Andrés Velásquez y Américo de Grazia— han denunciado con insistencia la forma obscena como se depreda el medio ambiente y se destruye el ecosistema con la aplicación de técnicas de extracción que violan la normas internacionales establecidas en los protocolos que deben seguirse para reducir la erosión de la naturaleza. The New York Times, entre otras publicaciones mundiales, le ha dedicado amplios reportajes a la materia. En ellos se denuncian las terribles condiciones en las que se extrae oro, diamantes y minerales de gran valor comercial. El NYT en un trabajo reciente comparó la experiencia del AMO con lo exhibido en Diamantes de sangre, la impactante película de 2006 dirigida por Edward Zwick y actuada por Leonardo de Caprio, en la cual se presenta la explotación inmisericorde a las que son sometidos los trabajadores esclavizados que extraen diamantes, los cuales posteriormente son distribuidos en Europa, Estados Unidos y otros mercados mundiales. La historia transcurre en Sierra Leona y describe la red de mafias y complicidades que se teje alrededor de este lucrativo negocio.

Algo similar sucede en el AMO. La explotación de los minerales y piedras preciosas que se encuentran allí, se lleva a cabo sin  ninguna clase de supervisión de los organismos internacionales creados para vigilar esas actividades y sin que la Asamblea Nacional, los organismos legislativos regionales —consejos legislativos y consejos municipales— y las organizaciones de la sociedad civil independientes, ONG, puedan supervisar y reportar lo que acontece en ese territorio colocado al margen de la ley. En el AMO sucede lo mismo que ocurría durante la Colonia en las minas de plata y oro en Perú y México, aunque en una escala ampliada. La naturaleza está siendo objeto de un ultraje al estilo de los saqueadores de tumbas.

Maduro designó a Ernesto Villegas responsable político del Instituto Nacional de Descolonización de Venezuela. Hace algunos años, en vida de Chávez, el gobierno alentó la destrucción de la estatua de Cristóbal Colón, en el paseo que llevaba su nombre en Caracas. El 12 de octubre dejó de llamarse el Día de la Raza o el Día de la Hispanidad para pasar a llamarse el Día de la Resistencia Indígena. Supuestamente, Colón y el 12 de octubre eran símbolos del pillaje y la colonización ominosa a los que fueron sometidos los pueblos prehispánicos.

Esa historia, totalmente distorsionada por la interpretación maniquea de la realidad, ahora se reproduce, con la diferencia de que no son los españoles rústicos de los siglos XVI y XVII quienes saquean nuestras riquezas naturales, sino mafias y compañías chinas o rusas dirigidas por gerentes desalmados, ávidos de extraer el mayor beneficio posible del medio ambiente, sin importarles el costo ocasionado por su desmedida ambición. Lo único que les interesa es el beneficio propio y suministrarle a la cúpula gobernante el oxígeno financiero suficiente para que se perpetúe en el poder. Es el extractivismo, como lo han calificado algunos expertos, actuando de forma desbocada.

En este pingüe negocio desea participar el ELN. No quiere quedar fuera de la danza de millones de dólares en juego. Su cercanía ideológica con Maduro determinan que la relación de esos facinerosos con la Guardia Nacional sea muy tramada. Este cuerpo vigila que la extracción transcurra sin la presencia incómoda de los factores que se le oponen  y denuncian. La complejidad de la trama puso en un aprieto al general Padrino López cuando tuvo que referirse a la masacre de los miembros de la GNB. No sabía cómo condenar el crimen de los guardias nacionales. Optó por llamar a los insurgentes “grupos paramilitares” colombianos, cuando todo el mundo sabía, entre ellos el gobierno neogranadino, que los invasores son guerrilleros del ELN.

A la oposición venezolana y a los organismos internacionales responsables de velar por la preservación del medio ambiente y el desarrollo sustentable, les corresponde la tarea de evitar que en el arco miserable siga depredándose la naturaleza, con el único propósito de mantener en el poder al grupo que ha arruinado al país.

@trinomarquezc

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