Simon Alberto ConsalviConfieso que sólo después de terminar mi libro La quiebra moral de un país y alertada por muchos amigos comencé la lectura de ese magnífico texto de Ramón Hernández Contra el olvido. Los comentarios me sugerían que en este trabajo de Hernández se asomaba una cara de nuestra situación que muchas veces los sociólogos omitíamos. Y era cierto, página tras página comenzaba a agigantarse la figura de Simón Alberto Consalvi, la cual aparecía como una especie de gran oráculo, analizando cada suceso, conectando eventos, señalando los orígenes de muchas de las tribulaciones que hoy estamos padeciendo.

Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina, Uslar Pietri, son los personajes que van encarnando en sus variadas dimensiones de constructores y destructores, ese sueño —a veces luce imposible— crear una Venezuela democrática y de libertades. Consalvi más que un historiador que narra eventos, tiene el don magistral de conocer las pasiones, los arrebatos, las motivaciones que pueden en un momento decidir la suerte de un país. Allí podemos ver como nuestra admiración al erudito Uslar es aplacada ante su visión clasista. Consalvi cuestiona: ¿por qué uno de los intelectuales de más peso durante un largo periodo de nuestra historia, cercano a Medina, no se atrevió a jugar un rol decisivo para lograr la aprobación de la reforma constitucional en 1944, que permitía la elección del presidente por votación universal, directa y secreta?, suceso que quizás hubiese contribuido a que emprendiéramos la senda democrática más temprano, evitándonos los pesados años de la dictadura perejimenizta. Acaso Uslar pensó que Venezuela no estaba preparada. Consalvi plantea: ¿por qué el silencio de Uslar sobre el 18 de Octubre?

Raúl Leoni es reconocido por sus virtudes ciudadanas y personales y gran defensor junto a Rómulo Betancourt de la pervivencia de la democracia, en un agitado periodo histórico en el cual la revolución cubana surge como la gran epopeya latinoamericana. La misma que cincuenta años después y de miles de muertos, se ve obligada a recoger las velas, esperar su readmisión dentro de occidente y recuperar el capitalismo que destruyeron a patadas y tiros.

Consalvi hunde el bisturí para mostrarnos a Chávez en carne y hueso más allá de la diatriba y de laRamón Hernández épica, es el hombre con sus pobrezas internas, sus ambiciones y errores. No vacila en calificar su total responsabilidad en la dictadura atroz que estamos viviendo.

A través del inquisitivo e hilvanado interrogatorio de Hernández, Consalvi muestra como Chávez va destruyendo las instituciones, los poderes que de autónomos pasan a títeres, a voceros del dictador. “cuesta mucho conquistar la democracia y la libertad pero se pierden muy fácilmente” (pag. 119).

Es implacable cuando relata como Chávez excluye a Venezuela del Pacto Andino. Su explicación más profunda es que se debe a la ignorancia total y a la irresponsabilidad el haber acabado con todos los años de empeño en la construcción de la unidad de los países andinos. “Lo que se construyó durante 40 años, Chávez lo acabó en un día”. De allí surge el reclamo ante la indiferencia de vastos sectores de nuestra sociedad que han visto como se ha ido destruyendo a Venezuela, como se le ha entregado el poder a Fidel Castro en la más vil negación del legado de Bolívar, con leyes que contradicen la Constitución, expropiaciones violentas y destructivas de nuestras empresa y haciendas, hasta dejarnos reducido a lo que hoy somos, un pobre país de importadores, sometidos a los designios de los ancianos dictadores de la arruinada Cuba.

Según sus palabras “la gran estrategia de Chávez es de una mediocridad que espanta y de una ignorancia que aterra. No se detiene a analizar los problemas, ni está en condiciones de hacerlo, tampoco de reconocer los errores. Por consiguiente todo lo convierte en batalla, en guerra. No tiene otra respuesta, Es el gobierno de la diatriba, de la amenaza, de la coacción” (pág. 277)

Contra el olvidoAnte la imposición de un gobierno con tales debilidades Consalvi nos llama a la responsabilidad al formular una de sus grandes preguntas: ¿por qué no hemos sido capaces de construir instituciones fuertes para defender la democracia, la libertad, y los derechos humanos capaces de superar cualquier tormenta, la arremetida de pandillas políticas y de utopistas criminales que se creen capaces de imponer a la sociedad sus proyectos a través de la violencia y la fuerza?

Una pregunta que continúa sin respuesta en estos oscuros tiempos de Maduro, donde el gobierno haciendo gala de un cinismo sin precedentes históricos persigue y acusa a los venezolanos que viajan y a los hacedores de telenovelas como los grandes culpables de los males creados por ellos y que hoy nos azotan sin piedad.

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