Más de tres millones de espectadores convirtieron Olga en la pelÃÂcula brasileña más exitosa de 2004. Sobre la base del guión de Rita Buzzar surgió la ambiciosa adaptación del libro homónimo de Fernando de Morais â€â€que en 1985 fue un best seller en todo Brasil dirigida por Jayme Monjardin, un realizador que proviene del mundo de la televisión. Es la pelÃÂcula estrella de la Muestra de Cine Brasileño que comienza este sábado en Cáracas. Será discutida ese mismo dÃÂa, además, en un cine foro que se llevará a cabo en el Celarg, con la presencia del autor de la novela y luego será exhibida en el Bulervar Ruiz Pineda de la parroquia San AgustÃÂn gracias al Cine Móvil Popular de Gran Cine. Por eso quiero compartir con ustedes lo que escribàen septiembre de 2006.
El film recrea de forma espectacular la vida de Olga Benário, la militante comunista alemana que en 1924 conoció en Moscú al lÃÂder revolucionario brasileño LuÃÂs Carlos Prestes, de quien se enamoró y a quien acompañó en la lucha clandestina contra el primer gobierno de Getúlio Vargas, en los albores del nazismo. Cuando escribo espectacular me refiero al despliegue de recursos de producción que permiten reconstruir los ambientes de BerlÃÂn, Moscú, RÃÂo de Janeiro y los campos de concentración nazi. Un dato: leàque las escenas ambientadas en el crudo invierno de estos últimos fueron totalmente filmadas en Bangu, uno de los barrios más calientes de RÃÂo de Janeiro.
Pero más allá de un innegable empaque de calidad internacional, lo importante de Olga reside en la trágica historia de esta judÃÂa alemana cuya vida evolucionó desde el dogmatismo marxista que en 1924 la obligó a abandonar a su burguesa familia berlinesa para incorporarse a la Unión Soviética hasta el inmenso drama personal y colectivo de los judÃÂos que fueron a alimentar la cámara de gas hitleriana. Entre uno y otro extremo, el personaje se desarrolla, evoluciona, se convierte en otra persona. Olga deja de ser aquella militante ortodoxa, ajena a las veleidades pequeñas burguesas del amor y los sentimientos para descubrir, incluso, la intensa fuerza del amor materno. Si bien buena parte del relato aborda la relación afectiva entre ella y LuÃÂs Carlos Prestes, el nervio central de la pelÃÂcula es la transformación de Olga, registrada como una experiencia mucho más importante que la trascendencia de Prestes como lÃÂder polÃÂtico. Estamos hablando de una mujer que fue entregada embarazada a Hitler por Getúlio Vargas. Una historia que merece ser contada para desmitificar la figura de un gobernante que fue no sólo un dictador sino, sobre todo, un fascista. El mismo hombre que se suicidó en 1954 durante su segundo gobierno.
El éxito del libro de Fernando de Morais y del film de Jayme Monjardin hay que buscarlo más en el campo del melodrama que de la historia rigurosamente citada. Lo cual es una virtud y un defecto al mismo tiempo, pues como virtud permite desacralizar las figuras polÃÂticas para presentarlas como seres humanos, pero como defecto las limita al campo del melodrama. No en balde el realizador proviene del terreno de las telenovelas y Olga es su debut como director de cine. Este desequilibrio se evidencia en unos diálogos más adecuados para el lenguaje de la televisión que para el cinematográfico.
Camila Morgado, también proveniente de la pantalla pequeña, se destaca de manera extraordinaria en su debut en el cine por su interpretación como Olga Benário. Ella es el centro dramático de la pelÃÂcula. Su rostro, su mirada, sus palabras, sus gestos son determinantes. Su presencia opaca a otros intérpretes. Ella es Olga.
OLGA (“Olgaâ€Â), Brasil, 2004. Dirección: Jayme Monjardin. Guión: Rita Buzzar, sobre la novela de Fernando Morais. FotografÃÂa: Ricardo Della Rosa. Edición: Pedro Amorim. Música: Marcus Viana. Elenco: Camila Morgado, Caco Ciocler, Edgar Amorim, Odilon Wagner.