Annette Benning es una de sus mejores interpretaciones.

Se dice que Gabriel García Márquez no ha tenido suerte en el cine, lo cual es una verdad a medias. Salvo un viejo film de Luis Alcoriza, las películas basadas en sus novelas y cuentos han tenido suerte desigual, incluidos los guiones escritos por el escritor colombiano, En cambio, su hijo Rodrigo García ha construido una de las filmografías más brillantes y personales de las últimas décadas, alrededor de un tema medular: el universo femenino. Prueba de esta visión creadora se halla en Madre e hija, film coral que reúne las angustias de tres mujeres ante la ausencia de la maternidad.

Cuando tení­a catorce años Karen dio en adopción a su hija, decisión que lamentará toda su vida. Elizabeth es esa niña que a sus treinta y seis años trabaja en una firma de abogados, sale embarazada a pesar de haberse ligado y, de súbito, está decidida a saber quién fue su madre. En cambio Lucy, una joven esposa que no puede engendrar, desea adoptar la niña que una chica va a parir sin desearla, pero pronto descubrirá que ser madre implica mucho más que tener un bebé. Tres mujeres cuyas vidas se cruzan en un alarde narrativo. Impecable.

Después de varios trabajos ténicos en el cine mexicano, este bogotano prestado al cine de EEUU debutó como director y guionista en 1999 con la magní­fica Con solo mirarte (Things you can yell just by looking at her), varias historias de mujeres que intentan rehacer sus vidas, interpretadas por Glenn Close, Holly Hunter, Kathy Baker, Cameron Díaz y Elpidia Carrillo. Volvió sobre ese tema en Nueve vidas (Nine lives, 2005), a través de nueve historias sobre otras tantas mujeres de diferentes personalidades, narradas en tiempo real y en plano secuencia, con las mismas intérpretes a las cuales se agregaron Sissy Spacek, Robin Wright Penn y Lisa Gay Hamilton. Luego realizó un film menos personal en Almas pasajeras (Passengers, 2008), sobre una psicóloga encargada de tratar a los cinco sobrevivientes de un accidente aéreo. Pero en 2009 deslumbró con Madre e hija y el trabajo interpretativo de Annette Benning, Naomi Watts y Kerry Washington. Vale decir: hay coherencia en su obra y un estilo muy particular.

La clave de su nuevo film reside en la evolución de estas tres mujeres y en la manera como se relacionan con quienes las rodean. Garcí­a introduce sus historias en un cí­rculo í­ntimo donde se estrechan lazos, se alejan los seres humanos y, algo muy importante, se aprende a amar. Pero no solo con el amor de madre sino con el amor de humanidad. Con un tratamiento respetuoso pone de manifiesto la importancia de la maternidad y la afectividad, más allá de las sensiblerías tradicionales. Esta no es una película para el Día de las Madres.

El impacto que produce en el espectador halla explicación en las brillantes interpretaciones de tres actrices fuera de serie. En primer lugar, Bening descuella en su rol de mujer que no disfruta el amor de su hija pero que tampoco está dispuesta a vincularse afectivamente. La muerte de su madre anciana y su incipiente relación con Paco (Jimmy Smits), un latino compañero de trabajo, ofrece una prueba de su capacidad de transformación. En segundo término, Washington impresiona con la construcción de su difí­cil personaje de afroamericana acomodada en busca desesperada de una hija en medio de su crisis personal y a pesar de la crisis í­ntima de la chica que va a entregarle su beba prometida. Finalmente, la bella Watts desarrolla un personaje de mucha fuerza y autonomí­a que, al final, sucumbe a sus necesidades afectivas y a la búsqueda de la maternidad, tanto la perdida treinta y seis años atrás como la que lleva en su vientre. Ella se vincula sentimentalmente con su jefe Paul (Samuel L. Jackson), un exitoso abogado afroamericano mayor que ella, pero opta por un embarazo propio y alejado.

La dirección de García es aparentemente sencilla, pero guarda una complejidad sustentada en la densidad afectiva de sus personajes que se expresan a través de una notable sobriedad expositiva. La forma como vincula las tres historias evidencia un talento narrativo considerable. Sin embargo, hay dos elementos que no terminan de cuadrar en esta complejidad dramática y que poco aportan a las tramas esenciales. El primero, la reaparición de Tom, el primer amor de Karen, quien podrí­a ser el padre de la niña dada en adopción pero el film no lo especifica. El segundo, la voraz sexualidad de Elizabeth con su vecino y en especial la escena donde ella introduce sus pantaletas en una gaveta. Elementos que luego no son recogido en el montaje. A pesar de estos gazapos, Madre e hija se revela brillante. No es una obra cómoda. Ofrece una sonrisa amarga. Abre heridas latentes. No se la pierdan.

MADRE E HIJA (Mother and child) EEUU, 2009. Dirección y guión: Rodrigo Garcí­a. Producción: Alejandro González Iñarritu, Lisa Falcone y Julie Lynn. Fotografía: Xavier Pérez Grobet. Montaje: Steven Weisberg. Música: Edward Shearmur. Elenco: Naomi Watts, Annette Bening, Kerry Washington, Jimmy Smits, Samuel L. Jackson, S. Epatha Merkerson, Cherry Jones, Eileen Ryan, David Morse. Distribución: Cinematográfica Blancica.

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