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Esta ‘fuerza colonial de ocupación’ ha desarrollado una progresiva toma de poder en la Fuerza Armada Nacional. La foto lo expresa cabalmente.

Mientras en el siglo XIX los venezolanos luchamos y soñábamos con romper el vínculo colonial de Cuba, en este siglo los Castro nos han convertido en su colonia. Somos su hinterland, que provee petrodólares para financiar su proyecto expansivo articulado a potencias extracontinentales.

La presencia cubana en Venezuela ha llevado al secretario general de la OEA, Luis Almagro a declarar que “los 46.000 cubanos que hay en Venezuela que son la fuerza de ocupación extranjera más grande en el continente realizando tareas de represión, inteligencia y tortura deben desocupar Venezuela”.

 Un poco de historia

Una vez terminada la independencia de Venezuela, estaba en la mente de nuestros padres fundadores y libertadores independizar a Cuba de España. Era uno de los puntos que Bolívar llevaba al Congreso Anfictiónico de Panamá. Pero aún después de la desaparición de la (Gran) Colombia, Venezuela financió una expedición para liberar a Cuba.  Incluso, así como Miranda nos regaló el nombre de Colombia y la bandera tricolor, otro venezolano, Narciso López, fue el creador de la bandera y el escudo de Cuba. También, como Miranda organizó invasiones a la isla a fin de independizar a Cuba, aunque su idea era incorporarla como un estado de EEUU, por eso la bandera de Cuba está inspirada en la de Texas.

Contrario a las intenciones independentistas de los venezolanos, cuando pensamos en invadir o invadimos Cuba, los isleños al mando de los Castro nos invadieron para convertirnos en una colonia.

La colonización castrista

Los Castro entrenaron, asesoraron y financiaron las guerrillas de los años sesenta. Incluso llegaron hasta nuestras playas, la más conocida fue la invasión de Machurucuto (8 de abril de 1967), aunque un año antes (8 de julio de 1966), Luben Petkoff había desembarcado por Tucacas, también con un grupo de cubanos, entre ellos Arnaldo Ochoa, quien fue luego designado héroe de la revolución por sus triunfos en Etiopía y Angola .para ser finalmente ejecutado por órdenes de Fidel Castro, para liberar al régimen castrista de la responsabilidad del narcotráfico en que Cuba participaba.

Ya en noviembre de 1963 el gobierno venezolano había presentado pruebas en la OEA del ingreso de cuatro toneladas de armas extranjeras,  lo que en 1964 permitió la expulsión del gobierno castrista de la OEA.

La derrota de la guerrilla venezolana por las Fuerzas Armadas y la pacificación de Rafael Caldera brindaron a muchos una opción política en democracia, aunque quedaron focos armados y las vinculaciones con La Habana nunca desaparecieron. Como sabemos muchos de ellos se montaron en carro del chavismo.

De hijo putativo al cuadro militante

Fidel Castro supo rápidamente ganarse el ego de Hugo Chávez y convertirlo en su gran líder latinoamericano, mientras ellos tras bambalinas dirigían y dirigen la política nacional e internacional de Venezuela. Aparece el castrochavismo donde los Castro ponen la estrategia del poder y Chávez los petrodólares.

Pero si el barinés estaba enfatuado con la figura de Fidel, a quien le confió su vida cuando tuvo cáncer, también era un individuo un tanto más independiente en términos de sus concepciones políticas e ideológicas que quien lo sustituye a su muerte. Maduro es un cuadro político formado en Cuba, con el cual no hay que discutir sino ordenar.

La primera ola

Inicialmente la llegada de funcionarios castristas se justifica con las varias misiones del régimen, en especial la Barrio Adentro que traía ‘médicos’ de dudosa calificación —primer producto de exportación de la isla. Según Maduro (2016) por Venezuela habían pasado “124.000 colaboradores cubanos de salud”, y  había  28.811 activos. A esto hay que agregar los asesores deportivos e incluso empresariales y financieros; recordemos las fracasadas centrales azucareras en manos cubanas así como la triangulación de compras en el exterior, entre ellas la de los bombillos ahorradores o las plantas eléctricas. Además, ellos se han ‘encargado’ de la emisión de cédulas de identidad y pasaportes así como de las notarías y registros.

Así, cada vez más, fueron llegando más y más cubanos. Aunque no hay cifras oficiales, en una oportunidad Chávez señaló que eran 44.804. Más recientemente, el embajador cubano hablaba de 22.000 y Luis Almagro de unos 46.000.

La toma de la FAN

Esta ‘fuerza colonial de ocupación’ ha desarrollado una progresiva toma de poder en la Fuerza Armada Nacional. A este fin ya controla las diversas agencias de inteligencia ahora centralizadas en el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), creado en 2013 por Maduro. Y “La gestión de este proceso in situ es realizada por el Grupo de Cooperación y Enlace (Gruce), integrado por oficiales militares de alto rango de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba y el Ministerio del Interior y supervisado directamente desde la isla”, según nos informa el reciente trabajo de investigación Cubazuela: Chronicle of a Cuban Intervention. “El Gruce ha diseñado planes para ser ejecutados bajo su control por todos los enviados cubanos en Venezuela, encaminados a contrarrestar las presiones internas y externas y las crisis nacionales”. Esta presencia se hace cada día más importante frente a la crisis político social que cada día parece profundizarse en Venezuela.

Entre las decenas de miles de los isleños hay  “…un núcleo duro de entre 3,000 y 5,000 cubanos, incluyendo agentes y tropas especiales dedicadas a los anillos de seguridad… expertos en espionaje y contraespionaje, así como oficiales y soldados de fuerzas especiales de asalto”. Distribuidos por todo el país, con la función de “control social y sostenimiento de la dictadura”. Y dentro del aparato militar su “tarea principal de reforzar la lealtad militar hacia la revolución bolivariana, perseguir disidentes y prevenir un levantamiento militar”.

El papel de la colonia

Venezuela como colonia tiene dos funciones. La primera “Proveer subsidios para mantener el régimen cubano y su insostenible economía”. Se ha estimado que Cuba ha recibido de Venezuela al menos 40.000 millones de dólares. Esta  función cada día se complica por la crisis económica y sociopolítica interna, pero como sabemos Maduro sigue financiando a Cuba a pesar de la crisis humanitaria que diezma a la población.

La segunda, más procaz, es “asumir las tareas sucias y potencialmente peligrosas para evitar riesgos de seguridad nacional de Cuba”. Entonces el régimen de Maduro desarrolla “una serie de actividades delictivas que facilitan los objetivos geopolíticos de los aliados internacionales de Cuba, como Rusia, Irán, las FARC, el ELN y Hezbollah. Para lo cual, la isla ha transferido sus conexiones con el narcotráfico, grupos terroristas y delincuencia organizada internacional, sus logísticas y los ha capacitado a estos fines”.

Esto se alinea con lo que hemos llamado el pranato en el poder, es decir, el Estado venezolano como una articulación delincuencial en todos los planos del poder. Pero este alivio para Cuba pudiera poner en peligro la permanencia del propio pranato al convertirse en tema de seguridad para EEUU y el continente.

Por esto, para devolver la democracia y la libertad a Venezuela es necesario la ruptura de la relación colonial, en la cual se da un intercambio de poder por petróleo y petrodólares. El poder lo distribuye y ejerce Cuba, y la colonia como su hinterland provee la riqueza para los fines expansivos de la metrópolis así como para mantener ambos regímenes. Y esto hay que entenderlo en un tablero geoestratégico donde actores extracontinentales juegan un papel clave.

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