La participación de la OEA con una misión de observación y la denuncia hecha, cuando afirmó que no podía validar el resultado oficial de las elecciones, fueron claves para dinamizar el proceso que terminó con Morales fuera del poder.

La salida de Evo Morales del poder es un hecho que debe hacernos reflexionar sobre algunas ideas que siguen acechando a la oposición y otras críticas que a la luz de estos hechos comienzan a carecer de sentido o al menos a verse en otra perspectiva.

Maduro y la izquierda han condenado el ‘golpe de Estado’ a Evo Morales; pero como tal no fue un ‘golpe’ formalmente hablando. Evo renunció. En realidad no renunció, lo renunciaron al sugerírselo públicamente el comandante en jefe de la institución castrense y el de la Policía Boliviana, “la cual se aceptó”-.

Al observar la reciente historia del país mediterráneo vemos que Evo había violado sistemáticamente las leyes y la constitución para mantenerse en el poder.  En 2007 impone su constitución a troche y moche;  en 2014 contra lo establecido en ella va a reelección para un tercer período, argumentando que el primer período no contaba pues era con otra constitución —lo mismo sucedió con Chávez—; pierde el referéndum en el que solicitaba  una nueva reelección, pues era su derecho humano —eso mismo argumentó  Chávez-— y lo desconoce; y finalmente hace trampa en estas últimas elecciones. Así que hablar de la legalidad o constitucionalidad o legitimidad de origen de Morales en el poder, es harto difícil. De modo que estando en el poder ilegal e inconstitucionalmente, no aplica lo del golpe de Estado.

¿Por qué Bolivia?

De los países que cayeron en la órbita del castrochavismo, Bolivia fue el que logró los mejores índices socioeconómicos. En la última década, el PIB per cápita boliviano subió de US$ 1.994 a US$3.720, es decir, creció casi 90%, siendo el segundo entre los países latinoamericanos. Y si se ajusta por la inflación creció 50%. La Bolivia de Evo triplicó el PIB del país. La pobreza extrema se redujo de 38,2% a 15,2% y la clase media subió de ser un cuarto de la población a ser dos tercios de ella.

Las políticas económicas de Evo se parecieron más a las de los socialdemócratas que a las de los chavistas. Nacionalizó el petróleo y el gas —en el marco de acuerdos con el FMI y del Banco Mundial— y creó su propia industria nacional: Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Y aunque al comienzo fue muy hostil con el empresariado, en los últimos años lograron ciertos acuerdos. Claro que luego de la baja de los precios de las materias primas, la economía boliviana se ha resentido y ha aumentado el gasto del Estado, han bajado las reservas y ha crecido la deuda del país.

En realidad, Bolivia ha mejorado incluso más que muchos países latinoamericanos, y todo parece indicar que  a pesar de que en los últimos años la economía sintió el impacto de una recesión internacional de los precios, últimamente  se venía recuperando. Por esto, lo que pasó en Bolivia no es necesariamente atribuible sólo a lo económico, ni incluso a lo socioeconómico, pareciera que es lo político lo que tomó preponderancia. Empero, en esto la percepción de la realidad es más importante que los datos fríos que hemos presentado.

Fracturar el bloque en el poder

En lo político Evo siguió el manual del castrochavismo al promover el silenciamiento de los medios independientes y periodistas críticos, acosó a sus opositores y trató de polarizar y dividir al país.  Pero…

En Venezuela la pajarera (Twitter) autóctona comenzó a comparar lo sucedido en Bolivia con nuestro proceso político. Y muchos han barajado una serie de críticas a nuestros líderes. Pero el asunto es que son dos casos distintos de los que podemos sacar conclusiones pero no lineales y simples.

Comencemos por decir que la oposición venezolana con base a unas enormes manifestaciones populares, sacaron a Chávez del poder (2002). Otra cosa es que las divisiones internas entre grupos, más que todo empresariales, permitieron su vuelta.  Así que: ¡ojo Bolivia!, hasta ahora sólo está hecho la mitad del mandado.

Hemos repetido una y otra vez que lo clave para salir de la dictadura de Maduro y sus compinches es fracturar el bloque en el poder;  dictadura, que hemos llamado “pranato” por su carácter delincuencial.

Esta fractura sucedió en Bolivia cuando la cúpula del ejército y la policía le pidieron la renuncia a Evo Morales —¿les recuerda esto algo? Recientemente aquí esto se ha vuelto a intentar, esta vez  sin mucho éxito. Lo que no quiere decir que no pueda suceder. Eso de que hacer lo mismo y esperar un resultado diferente es incoherente, no se aplica en política, pues las fuerzas y las circunstancias pueden haber cambiado. Claro que la diferencia con Bolivia  es que desde el comienzo, Chávez como militar corrompió y cooptó al ejército, y Cuba le brindó el apoyo necesario para purgarlo. Pero de nuevo, con el debido estímulo y en un cambio de circunstancias, la fractura puede suceder.  Recordemos la teoría del cisne negro.

“Seguid el ejemplo que Bolivia dio”

“Es la calle la que tumba gobierno” es una conseja bien extendida. Y en realidad pocas comprobaciones sostienen esa propuesta. Lo que sí puede hacer la calle, es poner al poder —y en especial poner al poder las armas— en la coyuntura de tener que reprimir y sentir que la represión no va a parar a los manifestantes y va a poner el peligro las prebendas de la institución y de sus integrantes. No se trata de solo ir  todos los días al mismo sitio a manifestar; se trata de avanzar sabiendo ambos bandos que el costo en vidas humanas es alto. En otras palabras, no basta con pelear en Altamira o Chacaíto una y otra vez,  si no se avanza. Lo de Bolivia fue masivo e ininterrumpido por tres semanas y puso al ejército y la policía en la disyuntiva de masacrar al pueblo o no. Y esto facilitó el quiebre.

También hay que descartar eso de que “dictadura no sale con votos”, pues es claro y evidente que Evo salió a partir de unas elecciones que se sabían de antemano amañadas y difíciles de ganar, y que incluso Evo pudo haber ganado. El asunto es que esas elecciones provocaron una serie de incidentes que quebraron al grupo en el poder.

Otro dato importante es que si bien la comunidad internacional no ha actuado en Bolivia tan masivamente como en Venezuela, el contexto internacional le era definitivamente contrario. Pero especialmente,  la participación de la OEA con una misión de observación y la denuncia hecha, cuando afirmó que no podía validar el resultado oficial de las elecciones, fueron claves para dinamizar el proceso que terminó con Morales fuera del poder.  Incluso la  empresa auditora Ethical Hacking, contactada por el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia (TSE), consideró que el proceso electoral estuvo viciado de nulidad.

Los venezolanos podemos sacar muchas conclusiones de estos hechos y valorar el esfuerzo que hemos emprendido para sacar a la camarilla castrochavista del poder. Una manera de saber si hemos entendido y aprendido de lo sucedido en Bolivia, es la actitud de la población y los líderes (e influencers ) sobre la convocatoria del 16-N.

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