Oposición venezolana
La falta de una oposición unida y activa podría convencer a la comunidad internacional, que desarrolla una prolífica acción dirigida al quiebre del régimen, de que lo mejor sería conformarse con una acción de contención orientada solo a su estabilización, para evitar sus efectos negativos en la región.

En menos de una semana la presión internacional sobre el régimen delincuencial que nos somete aumentó exponencialmente, en especial durante la LXXIII Asamblea General de Naciones Unidas.

Allí se dieron las intervenciones de diversos presidentes del continente que denunciaron al régimen de Maduro en términos de estar acabando con el país y generando una estampida migratoria. Entre ellos, Moreno, de Ecuador, recordó una frase del patriota cubano José Martí  muy apropiada y contundente: “Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”. Comenzando por el norte hablaron Trump y Trudeau hasta el cono sur con Macri y Piñera, pasando por las muy contundentes de Duque y Vizcarra, entre otros.

También seis gobiernos presentaron una inédita denuncia ante la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad, la cual posteriormente apoyó Francia. Hubo reuniones del Grupo de Lima y de los países receptores de migrantes venezolanos con órganos y organismo de NNUU para revisar ese tema. Y un grupo de senadores norteamericanos pidió al Departamento de Estado incluir a Venezuela como patrocinadora del terrorismo. Además, del otro lado del Atlántico, en Ginebra, el Consejo de DDHH por primera vez aprobó un resolución sobre la crisis humanitaria en Venezuela.

Pero estas acciones y denuncias no bastan para quebrar internamente al pranato que nos somete. Sin una acción doméstica que sirva como el otro lado de la tenaza que apriete al bloque en el poder y lo fracture, un cambio no será posible. Sea que este cambio se dé por negociación o por acciones contundentes —sean militares o no—, si no hay debilitamiento del régimen, si no hay fractura, la salida de Venezuela de este hueco negro que nos está tragando no será viable.

La comunidad internacional no solo ve un país cayéndose a pedazos sino a nuestra dirigencia opositora también. Ya no es la firmeza de una oposición que asumía el liderazgo de un proceso y un pueblo que veía en ella una salida, como lo fue hasta el año anterior. Ahora, lamentablemente, lo que se observa son grupúsculos que se repelen como los polos negativos de un magneto. Cuando esa fuerza pudiera ser articulada para producir un choque eléctrico que junto a la presión externa nos permita salir de esta pesadilla.

Saludo la decisión de un grupo de llamar a una huelga general. Sin meterme a opinar sobre la viabilidad de esta opción, aplaudo su decisión pues representa una vuelta a una acción coordinada en la movilización popular y supone una vuelta a la calle. Así como el llamado de Ugalde a enfrentar unidos en la calle y en las urnas la nueva constitución comunista que piensan imponer vía referéndum en diciembre.

No podemos seguir llamando a la unidad dejando claro que el otro grupo opositor no tiene cabida en ‘nuestra’ lucha, en ‘nuestra’ unidad. Se aplaude a Trump e incluso a Almagro cuando afirman que todas las opciones deben estar sobre la mesa, pero no aceptan que exista otra opción sino la de cada grupo. No se entiende que cualquier opción es válida y que será pertinente de acuerdo con el momento, con la coyuntura que se presente.

La acción internacional está dirigida al quiebre del régimen, pero no dará frutos sin una acción de una oposición unida y activa, no en las declaraciones mediáticas o visitas a personalidades en el exterior, sino en acciones lideradas que reten al régimen. Este esfuerzo de cambio se transformará en la aceptación de una situación de hecho. Ellos entienden que un quiebre del régimen sin una oposición unida solo traerá más caos y desestabilización

Entonces, la opción que le habremos dejado será acostumbrarse a convivir con otra Cuba. Buscarán la estabilización del régimen y solo impondrán una contención para evitar que la migración y la expansión del comunismo siga desestabilizando la región.

Publicado originalmente en El Nuevo País

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