Caracas, VENEZUELA: A man, representing "The Death" and holding a poster reading: "Socialism XXI Century", marchs along with journalists during the National Journalist Day in Caracas, 27 June, 2007. Workers of the radio station RCTV protest against Venezuelan President Hugo Chavez's refusal to renew the broadcasting license of the station. AFP PHOTO/Pedro REY (Photo credit should read PEDRO REY/AFP/Getty Images)
Caracas, VENEZUELA: A man, representing "The Death" and holding a poster reading: "Socialism XXI Century", marchs along with journalists during the National Journalist Day in Caracas, 27 June, 2007. Workers of the radio station RCTV protest against Venezuelan President Hugo Chavez's refusal to renew the broadcasting license of the station. AFP PHOTO/Pedro REY (Photo credit should read PEDRO REY/AFP/Getty Images)
La aceptación del régimen de Maduro y su popularidad continúan en picada.

El fin del socialismo del siglo XXI —o comunismo, Fidel Castro dixit— que tiñó de rosado a Latinoamérica está cerca. Al principio, la pobreza. las desigualdades sociales, el fracaso de las élites en resolver este problema y su desprestigio le abrieron el camino. Pero fue el aumento de los precios de las materias primas lo que permitió que estos autócratas florecieran como la espuma. Pero al cambiar el ambiente económico internacional, la espuma se disipó y se comenzó a ver que poco o nada sólido se había alcanzado después de esa burbuja económica. El caso más patético es el de Venezuela que después de dilapidar casi un billón de dólares, el ‘gobierno de los pobres’ exhibe una crisis social, económica y política muy grave. Con cifras oficiales, la pobreza en Venezuela ha amentado por encima de la de comienzos de siglo. Para la región, según la Cepal desde 2012 la reducción de la pobreza se ha detenido e incluso la pobreza extrema ha aumentado.

Esto ha hecho que estos gobiernos comiencen a hacer aguas. El caso de Venezuela es harto conocido. La aceptación del régimen de Maduro y su popularidad continúan en picada. Y de seguir así perderán el poder, comenzando por la Asamblea Nacional.  Lo mismo sucede en Brasil con Dilma Rousseff, quien según una última encuesta apenas alcanza 10% de popularidad. Por cierto, ambos presidentes ganaron sus últimas elecciones con una caída considerable de sus votos. Incluso, Maduro perdió las elecciones —como finalmente reconoció Henrique Capriles— aunque el CNE se lo adjudicó por apenas 1,5%, sin permitir una auditoría independiente y exhaustiva de esas elecciones. La caída de popularidad de Michelle Bachellett en Chile es notoria. Y los últimos acontecimientos en Quito, con miles de manifestantes a la calle gritando “Ecuador no es Venezuela”, muestran a un Correa en problemas, cuya popularidad cayó 20%, alcanzando su nivel más bajo desde 2007. Evo Morales y Cristina Kirchner mantienen un cierto nivel de popularidad con un modelo populista de reparto, que les está funcionando… por ahora. Pero Cristina no podrá repetir en la presidencia y su partido pierde espacios de poder político.

Las próximas elecciones parlamentarias de Venezuela son claves. De perder el chavismo se pudiera generar un efecto dominó entre los que forman parte de esa marea rosada. Los ojos del mundo están en sobre Venezuela. Por esto el régimen y sus amigos impiden una observación internacional independiente que evite otro fraude masivo como el de 2013.

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