Asamblea de la OEA
Once gobiernos apoyan al régimen y quince a la democracia, pero hay ocho que no terminan de decidirse.

Aunque la ‘cancillera’ vocifere una y otra vez que aplicar la Carta Democrática Interamericana (CDI) es ‘injerencismo’ (palabra no registrada en la Real Academia Española de la Lengua), ha sido el régimen y sus panas del socialismo del siglo XXI, quienes más han usado este instrumento de la OEA.

Dos veces se ha aplicado el mecanismo (artículos 20 y 21). Uno cuando Chávez dejó el poder (no lo digo yo, lo dijo el TSJ) en 2002, y al volver él mismo lo pidió, y otro en 2009, por la sacada del presidente Zelaya (alineado con el socialismo del siglo XXI) en Honduras. Entonces todos los gobiernos, bajo el liderazgo de Chávez, votaron por suspender a ese país de la OEA.

Además se ha invocado ocho veces más. En Ecuador (2005, 2010), Bolivia (2003, 2005, 2008), Nicaragua (2004 y 2005) y Perú (2004). Todos menos Perú están alineados con el socialismo del siglo XXI. Todas las veces solicitado por los gobiernos y en once el resultado fue apoyar el status quo o restituirlo como en el caso de Honduras, donde se imponía la vuelta de Zelaya.

La actual invocación de la CDI se da en junio de 2016, a petición de la nueva Asamblea Nacional en manos de la oposición democrática. Pero esta vez es el Secretario General de la OEA quien la solicita con base a su potestad (artículo 20) de convocar al Consejo Permanente.

Ocho meses después no se han cumplido las exigencias de los cancilleres de la OEA. Entre otras, un ‘diálogo’ que “llegue a resultados razonables en tiempo oportuno”, “respeto a la Constitución que consagra… la separación de Poderes” y “la consolidación de la democracia representativa”, que implican elecciones. O como señalaba un comunicado de 15 países, luego de escuchar el primer informe de Almagro, que “…se cumplan de manera clara, cierta y sin demora las etapas restantes para la realización del Referendo Revocatorio Presidencial”.

Pero el tema no es el ‘injerencismo’ o  si Almagro la tiene cogida con el régimen. La pregunta debería ser ¿por qué aún hay unos 12 países que siguen apoyando al régimen chavista?

La respuesta no está en los valores de la Carta que todos firmaron, ni ninguno de los compromisos que esos gobiernos han hecho regional e internacionalmente sobre los derechos humanos (DDHH) y las libertades fundamentales. Son los intereses políticos, económicos e ideológicos que mantienen a este grupo apoyando a un régimen que viola sus compromisos con la Carta y los DDHH de los venezolanos. Un grupo que es producto de una estrategia del Foro de San Pablo, que según Raúl Castro va más allá de “los gobiernos revolucionarios y progresistas” e incluye a “…las fuerzas políticas, los movimientos populares, las organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles, académicas y con la intelectualidad de nuestros pueblos”. Pero no todo es ideología, los que salgan de esa línea como ha sugerido la ‘cancillera’ se les cortaría los beneficios del petróleo barato y los petrodólares.

La reunión de la OEA sobre Venezuela mostró que somos mayoría. Once gobiernos apoyan al régimen y quince a la democracia, pero hay ocho que no terminan de decidirse. La buena noticia es que varios de ellos antes apoyaban al régimen.

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