XXV Foro de San Pablo
El Foro es un mecanismo de concertación para permitir que la izquierda, es decir, los promotores del despotismo del Estado sobre la sociedad y la economía, acceda al poder y se enquiste en él.

La disolución de los partidos tradicionales en el continente ha traído como consecuencia la desarticulación de sus antiguas organizaciones regionales. Así, mientras los partidos y agrupaciones de izquierda articulan estrategias a través del Foro de San Pablo, los defensores de la democracia andan cada uno por su lado.

Cuando Fidel Castro se dio cuenta que su intento de tomar el poder por las armas en América latina —y quizás en el mundo— no era posible, creó el Foro de San Pablo. El fracaso de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que había creado en 1967 a estos fines, la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la posibilidad de que el Partido de los Trabajadores de Lula accediera al poder, pusieron al gran embaucador de la comarca en línea con los tiempos de aquel momento.

En un mundo de democracias, con partidos políticos y una creciente participación de organizaciones de la sociedad civil, no era el ‘foquismo’ guevarista la estrategia correcta. El acceso al poder debía ser por elecciones, para luego desde allí entronizarse en él e imponer un modelo de control de la sociedad y de la economía —llámenlo socialista o comunista— del cual, como sabemos y sufrimos, solo se beneficia la élite en el poder,  mientras el resto apenas lucha por sobrevivir.

Así, al año siguiente de la caída del Muro de Berlín se reúnen por primera con un nombre que recoge la esencia de la organización: “Encuentro de partidos y organizaciones de izquierda y antiimperialistas latinoamericanos”; lo que reafirman en su reciente declaración cuando afirman que la identidad del Foro “tiene que seguir siendo antiimperialista y antineoliberal, de apoyo militante a todos los gobiernos de izquierda…”.

Al Foro pertenecieron los partidos que se hicieron gobierno en los tres primeros lustros del siglo y que conformaron la llamada ‘marea rosada’ al igual que movimientos guerrilleros como las FARC o el FMLN. Y por detrás, el gran financista de todo esto el finado Chávez, quien se paseaba por la región como un potentado revolucionario codeándose con Lula, los Castro y los otros etcéteras.

Sin Chávez —y nuestros petrodólares venezolanos— ni Lula, frente al resultado catastrófico de la aplicación del modelo en Venezuela, el Foro se ha venido a menos, pero sueña con volver.  En este sentido su estrategia es apoyar la vuelta de los viejos partidos de la izquierda al poder y sostener a como dé lugar a los que quedan en el poder: Cuba, Nicaragua y Venezuela… y ahora México. Por esto, en la declaración de su reunión XXV que se realizó en Caracas, financiada íntegramente por Maduro, se exhorta a apoyar a las candidaturas de Evo Morales y Álvaro García Linera en Bolivia; de Daniel Martínez y Graciela Villar en Uruguay y de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.

En esa Declaración los foristas se oponen a la ”…persecución política y violación de los derechos humanos en Ecuador, Brasil, Argentina” —pero no en Venezuela—  así como a “la prisión de Lula y Jorge Glas… como también la persecución judicial contra Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y Ricardo Patiño”. Y exigen “la libertad de todas (sic) y todos los presos políticos”, claro los de ellos, pero no de los cientos que hay en Venezuela o Cuba.

El Foro es un mecanismo de concertación para permitir que la izquierda, es decir, los promotores del despotismo del Estado sobre la sociedad y la economía, acceda al poder y se enquiste en él. Para ello siguen organizando encuentros, promoviendo ‘acciones de solidaridad mutua’, mejorando sus comunicaciones  y desarrollando un programa de formación política.

Lamentablemente no existe en la región una contraparte que enfrente al Foro. Hace falta una organización que agrupe y coordine a las organizaciones sociales y políticas que reivindiquen y defiendan los derechos civiles y políticos y las libertades fundamentales de los ciudadanos en el continente. Y aunque algunos argumenten que el Foro se debilita, su fuerza viene de ser la única tendencia organizada y activa regionalmente,

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