Resistencia
Gracias a Dios, en Venezuela la lucha de los buenos contra los malos está clara.

Recientemente en Internet vi un video de un allanamiento a un apartamento en Sabana Grande por el servicio de inteligencia o Sebin, que depende de Tareck Al  Aissami —sí, de ese que ha sido acusado de narcotráfico y de mantener relaciones con grupos terroristas islámicos.

Allí se anunciaba que se había encontrado material de guerra y mostraban máscaras antigás, esparadrapos y colirios para ojos, entre otras cosas que se pueden encontrar en cualquiera de nuestras casas. Diosdado Cabello fue más allá y anunció que procesarían por terroristas a los dueños de empresas de envíos puerta a puerta o couriers que traigan máscaras antigás, resorteras, lentes protectores, cascos, pelotas de golf, guantes, rolineras y balines de metal. Las armas del pueblo.

Simultáneamente se conoció que la FAN usará francotiradores y se reportó el envío de más de 2500 militares al Táchira, incluyendo fuerzas especiales. En Barinas, un general de la Guardia Nacional (GN) asume el control del estado. El general, enviado por el comandante de la GN, Antonio Benavides Torres, buscado internacionalmente por narcotráfico, se retrataba junto a una gobernadora de estado designada irregularmente y el presidente del partido de gobierno —alianza civicomilitar— y llamaba a la paz, luego de que las fuerza del Gobierno habían abaleado a la población, con un saldo de tres muertos más para llegar a ocho en el estado donde nació Chávez. Otro video mostraba a unos francotiradores disparando a manifestantes, como apoyo a una embestida de grupos paramilitares del régimen (colectivos) que aterrorizaban urbanizaciones de clase media del este de Caracas.

Son ejemplos de esta guerra contra el pueblo que ha desatado el régimen. Una guerra en la que ellos ponen las balas y la oposición los muertos; lacrimógenas y gas pimienta contra colirios; francotiradores contra escudos de latón y cartón piedra. Una guerra asimétrica donde la MUD, investida por el poder popular en la Asamblea Nacional, lidera una resistencia no violenta frente a un régimen que optó por someter al pueblo. La trágica ironía es que la Constitución chavista de 1999 postula un sociedad democrática, participativa y protagónica, donde el poder originario está en el pueblo. Pero lo reprime cuando protestan porque le han confiscado el derecho al voto.

Con el chavismo en el poder llegamos a lo más bajo de la política. En cada momento vemos el truco, el traspiés, la marramuncia, el asalto, la traición, la venganza,  las triquiñuelas, el engaño, la interpretación malsana, la coerción y la compra de conciencias, así como la represión, el asesinato y la tortura realizados por policías, militares y paramilitares. Es la podredumbre pestilente de lo que habíamos pensado era la política y los políticos venezolanos.

Pero la historia nos muestra el otro lado de la política, esa política sana de confrontación y búsqueda del bien común, que practica la generación del milenio que ha tomado la política como su forma de realización personal. Lamento que aún existan malintencionados que quieren echarles agua de la otra cloaca a estos muchachos. Claro que hay que vigilarlos, como políticos, pues la tierra no es lugar de ángeles y la santidad es un bien escaso. Confiemos en ellos, pues con sus fallas y aciertos están llevando una lucha admirable. Gracias a Dios, en Venezuela la lucha de los buenos contra los malos está clara.

*Publicado originalmente en la edición electrónica de El Nuevo País. Esta es una versión extendida

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