En la época de oro del cine mexicano se hicieron muchas pelÃculas. El cine en México era una gran industria y aunque generó obras que luego se volverÃan referencia en el panorama del cine hispanoamericano, como «industria» necesitaba tener repercusión comercial. Ser acogido masivamente por el público, y qué mejor forma de hacerlo que colocando en pantalla a las principales figuras de la música popular.
Era una práctica común dentro del cine en los cincuenta y sesenta: convertir cantantes en actores tuvieran o no condiciones suficientes para ello. En Hollywood, por ejemplo, muchos alcanzaron la totalidad de su éxito apoyados en su carrera cinematográfica, tal es el  caso de Frank Sinatra o Elvis Presley.
Sinatra llevó una carrera llena de proyectos que le valieron reconocimiento, (incluso ganó  un Oscar en 1953 por From Here to Eternity), pero de Elvis siempre se dijo que deseaba desligarse por completo de los roles estereotipados que se veÃa obligado a representar, independientemente de su irrefutable talento.
El cine daba para todo: cantantes que además de cantar eran buenos actores y se les permitió demostrarlo y aquellos que solo hacÃan cine como un medio de apoyar su carrera en el mundo de la música.
El cine mexicano de los cincuenta y sesenta utilizó como elenco de muchas de sus pelÃculas menos elaboradas a estrellas de la canción, con el único objeto de ser «vendidas» y «consumidas» rápidamente por el público.
Alfredo Sadel ingresó al cine por sus méritos como cantante, además de por su estampa atractiva que nada tenÃa que envidiarle a un Marlon Brando que. por aquella época, era un joven debutante que cosechaba sus primeros éxitos.
Sadel hizo cine con dignidad, con aplomo, pero sobre todo con disciplina. Esa cualidad que lo llevo muchos años después a dedicarse a la ópera. Sin embargo, nunca dio con aquella pelÃcula que lo catapultara como una figura de la actuación.
Fue dirigido por José Giaccardi en Flor del Campo (su primera pelÃcula en 1951), actuó junto a Javier SolÃs en Tres balas perdidas, En cada feria un amor, pero sin duda se recuerda mucho más su trabajo junto a Miguel Aceves MejÃas, con quien participó en tres producciones: Tú y la mentira, El buena suerte y MartÃn Santos el Llanero, la que serÃa su última participación en el cine. Era la década de los cincuenta y Sadel buscaba posicionar su carrera a nivel internacional.
El trabajo cinematográfico de Alfredo Sadel no fue un ejercicio premeditado. Más bien parece estar tejido por el azar y las circunstancias aleatorias, espacios de tiempo «libre» que supo aprovechar para mostrarse como cantante. Sin duda, la búsqueda de la consagración en la música lo llevó al cine.
La revista Momento del 12 de noviembre de 1961 coloca en portada a la actriz Lorena Velásquez, quién protagoniza junto a Miguel Aceves Mejias y Sadel MartÃn Santos: El Llanero, film que pretendÃa ser la recreación de una serie de circunstancias y costumbres de «lo venezolano». De hecho comienza bajo la frase: «En un lugar de Venezuela…»
La cinta se aleja muchÃsimo de las pretensiones estéticas del tenor favorito de Venezuela. Aunque es verdad que su éxito en el cine lo llevó a realizar siete pelÃculas, Sadel no sentÃa una entera satisfacción por el trabajo realizado, tenÃa plena conciencia de las limitaciones que este tipo de producción llevaba consigo. Años después lo manifestarÃa de este modo:
…Pasé a la ciudad de México donde filmé cuatro pelÃculas, una tras otra, de esas que llamaba en aquella época…. churros… o sea pelÃculas que se hacÃan en dos semanas con muy poco argumento y donde no habÃa ninguna calidad y el único objetivo era explotar el mercado centroamericano y mexicano… ahà intervine con Aceves Mejias, con Javier SolÃs, Julio Aldama… Evangelina Elizondo y una serie de estrellas mexicanas…» (Entrevista de Enrique BolÃvar Navas, 1973)
Al parecer, a Sadel lo urgÃa la necesidad de llevar al cine otro tipo de historias, que coincidieran más con su modo de ser. Asà se reflejarÃa en una entrevista realizada para la revista Momento el 11 de enero de 1957 (Sadel: Un hombre en busca de su expresión), donde comenta la posibilidad de llevar a cabo un film del cual serÃa productor y con el que pretendÃa, entre otras cosas, dar a conocer los paisajes venezolanos, además de la música.
«La pelÃcula —explicaba Sadel— se filmará en pantalla panorámica, en Eastmantcolor. Casi toda se rodara en exteriores, aprovechando la belleza singular del paisaje venezolano. Los centros de filmación serán La Guaira, Caracas y Maracaibo.»
Este «proyecto venezolano» terminarÃa siendo solo eso: un proyecto, su destino era otro más lejos del cine, pero mucho más cerca de su verdadera esencia: la música. Quizás por eso, en esa época, se dedicó a componer y grabar mucha música venezolana, tratando de plasmar con su voz aquella necesidad.
Sadel fue un perfeccionista, no en vano dijo sobre el cine: «No es asunto de improvisación, sino trabajo en equipo duro y sistemático».
* CortesÃa de http://www.luisauguetoliendo.com/