Volveremos a una normalidad, aunque quizás muy distinta, si y solo si se consigue una vacuna y si esa vacuna es 100 % eficiente.

De improviso, nos llegó la ‘peste china’ o Covid-19, pero para quedarse. A estas alturas, medio mundo está en cuarentena y muchos piensan que esto será por un par de meses.

Lo cierto es que hasta que no se encuentre una vacuna habrá muchas cuarentenas. Preparémonos. Con ellas ganaremos tiempo para que la ciencia nos provea de remedios eficaces, test rápidos y vacunas bien elaboradas.

¿Falta mucho?

Así como cuando uno viaja con niños pequeños, quienes comienzan a preguntar incesantemente ¿cuánto falta para llegar?, en el mundo retumba la pregunta: ¿cuándo falta para volver a la normalidad?

Por ahora, la mayoría de los países han impuesto medidas de distanciamiento social que van desde prohibir concentraciones de personas, cerrar colegios, bares y restaurantes, utilizar en abundancia productos de higiene personal, hasta prohibir la circulación de personas y ordenar el cierre de la actividad laboral no esencial. Es lo que hemos llamado cuarentena.

Muchos de los gobiernos que habían señalado que la cuarentena sería de un mes, ahora ya están revisando el tema y pareciera que esto va para dos meses o más. Pero ¿dos meses serán suficientes para regresar a lo cotidiano, al trabajo, a las diversiones, a los viajes, es decir, a que todo vuelva a ser como antes? Lamentablemente, la respuesta es no.

Volveremos a una normalidad, aunque quizás muy distinta, si y solo si se consigue una vacuna y si esa vacuna es 100 % eficiente. Pues si no lo es, como en el caso de la vacuna de la gripe o influenza, tendremos que acostumbrarnos a convivir con el coronavirus SARS-2 y su enfermedad Covid-19. Y esto, seguramente, cambiará algunas de nuestras costumbres. Ya veremos.

Mientras tanto

Lo que estamos ganando con la cuarentena y, en general con el ‘distanciamiento social’, es tiempo para que los sistemas de salud puedan lidiar con los enfermos de la mejor manera posible y la ciencia nos ayude a capear el temporal con el descubrimiento de drogas que faciliten la recuperación de los infectados, mientras se inventan varias pruebas para identificar a enfermos y recuperados, que presumiblemente ya serán inmunes.

Pero ¿qué pasará antes de que la vacuna se descubra, es decir, en ese período calculado por los más optimistas de entre 12 y 18 meses? En general, se estima que luego de esta primera ola de infecciones que está golpeado muy fuerte a la humanidad, vendrá un relajamiento de las medidas de ‘distanciamiento’ y entonces se producirán otras olas, quizás menos violentas, hasta que todos estemos autoinmunizados o lamentablemente muertos. Es lo que se llama la ‘inmunidad de la manada’.

Paleando la enfermedad

Claro que hay dos elementos importantes que palearán esa ‘inmunidad de la manada’. Primero, el descubrimiento de drogas o procedimientos que puedan controlar la enfermedad y logren tratar con éxito a los infectados. Y segundo, el desarrollo de pruebas para saber quién está enfermo y quiénes ya están inmunes. Antes de continuar hay que aclarar que hay casos en que personas que se recuperan se vuelven a infectar, por lo que habrá que tener claro cuánto dura la inmunidad y si es igual en todos los casos.

Mientras más rápido se consigan las drogas que combaten eficazmente el Covid-19, la vuelta a la ‘normalidad’ será más segura y posible. Hoy por hoy hay muchos laboratorios haciendo pruebas con drogas ya existentes, por lo que los efectos secundarios de ellas ya están, hasta cierto punto, controlados.

Los enfermos y los sanos

Por otro lado están los test. Se sabe que un alto porcentaje de los infectados no presenta síntomas o estos son muy leves —algunos estudios los colocan incluso tan alto como 50 %. Y son estos individuos los que más fácil contagian a los demás, siendo ellos los que diseminan la enfermedad. Por eso es vital conseguir test rápidos y eficientes para detectar a los enfermos y aislarlos a fin de evitar el contagio de los demás.

En la actualidad, la escasez de estos test hace que sólo se realicen en personas con signos visibles de la enfermedad —que por lo tanto ya han contagiado a otros— o a los prestadores de servicios a los enfermos. Mientras más test se hagan y sus resultados se obtengan más rápidamente, el control de la enfermedad será más eficiente. Es impráctico plantearse hacerles la prueba a todos, pero sí a los grupos o circuitos donde haya participado el infectado, para también examinarlos y aislarlos si es el caso.

El otro test es para determinar si el individuo es inmune y en consecuencia no carga ni contagia el virus. Este es un test clave, tanto que algunos han propuesto crear un carnet o pasaporte de inmunidad para facilitar el desplazamiento de este grupo de personas.

En la medida en que esas pruebas se hagan más asequibles y rápidas y las drogas curativas sean más eficaces, la vuelta a la normalidad social y económica en cada país será más posible. Hasta llegar al control total de la peste, con una vacuna.

El porvenir

Por ahora estamos en manos de unos gobiernos y líderes que no supieron ver a tiempo la catástrofe que se nos avecinaba y terminamos metidos en este nocivo berenjenal. Sin duda, lo que se nos viene en Venezuela pinta muy mal.

Por suerte, la salida final de este problema la tendrá la ciencia y las grandes compañías de fármacos. Pidamos a Dios que ellos logren en el menor tiempo posible conseguir las curas y los paliativos para esa peste china y puedan fabricar la esperada vacuna.

A los venezolanos nos ha tocado soportar dos pestes al mismo tiempo: la del chavismo y la del coronavirus. Una conjunción que augura la devastación del país. A pesar de lo que quiere vender el pranato madurista, lo peor está por venir. Lo único bueno que puede salir de esta tragedia es la partida de Nicolás Maduro y su ‘corte de los milagros’. ¡Que Dios nos agarre confesados!

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