Jencquel elaboró un discurso dramático no exento de cierta poesía al trabajar a sus personajes con un tono de comprensión muy cercana.

La crisis venezolana tiene muchas caras. Expresa distintas realidades con mayor o menos dramatismo. Ofrece situaciones tan heterogéneas que estimulan variados puntos de vista. Pero no cabe duda alguna sobre la gravedad de la crisis de la salud en el país.

El realizador venezolano Tuki Jencquel grabó desde mayo de 2016 hasta agosto de 2017 las vivencias y reflexiones de cinco personajes que enfrentan el drama de sobrevivir en un país sin medicinas, bajo una asistencia hospitalaria muy precaria, con el éxodo de los profesionales de la salud y con la incapacidad de brindar ayuda a los seres humanos. Esa es la médula temática de Esta todo bien, que resume en su título la ironía de esa crisis con rostro definido.

Este registro documental se encuentra con alguna reconstrucción dramática de lo vivido por ese puñado de personajes. Rosalía Zola, dueña de la farmacia Don Bosco, Efraím Vegas, médico de un hospital público, Francisco Valencia, un activista social que busca medicamentos para los enfermos, y Mildred Varela y Rebeca Dos Santos, ambas pacientes con cáncer que esperan sus medicinas. Hablan, actúan entre sí, comparten sus experiencias y van construyen el cuadro del sistema de salud pública venezolano. Cada cual en su lugar va elaborando su propio diagnóstico y el realizador elabora un verdadero edificio dramático.

Desde luego, la crisis venezolana es más compleja —en el plano político y también en el económico y el social— pero Jencquel escogió su arista más terrible y más visible de su tragedia. No puso el acento en la pobreza de amplias capas de la población ni en la indolencia del sector oficial, sino en la imposibilidad de recibir servicios de salud dignos, es decir, en un derecho humano fundamental. No hay una crítica política directa sino la evidencia de una tragedia originada en el corrupto manejo del país más rico de América Latina.

Grandes planos generales observan desde lejos la ciudad para dar paso a acercamientos visuales más íntimos, más personales, más auténticos, combinando imágenes de la realidad en color con confesiones en blanco y negro. Cuando Mildred y Rebeca hablan de sus respectivos tratamientos exponen sus necesidad de tener esperanza, algo que Francisco intenta alimentar con su función social, mientras Efraím observa cómo se desintegra el sistema de salud y Rosalía termina colgando el cartel que indica ‘cerrado’ en su negocio. Pero el país no puede cerrarse.

Jencquel elaboró un discurso dramático no exento de cierta poesía al trabajar a sus personajes con un tono de comprensión muy cercana, que intenta explicar —desde una perspectiva muy íntima— una crisis que mucha gente en el mundo no entiende. Incluso muchos venezolanos. Este es un aporte para comprender el largo y heterogéneo camino de la crisis venezolana.

ESTÁ TODO BIEN (It’s all good), Venezuela y Alemania, 2018. Dirección, guión, producción y fotografía: Tuki Jencquel. Producción ejecutiva: Jorge Hernández Aldana. Coordinador de producción: Andrés Rondón. Edición: Omar Guzmán. Música: Thomas Becka. Sonido: Frank González y Marcos Salavarría. Con la participación de Mildred Varela, Francisco Valencia, Efraím Vegas, Rosalía Zola, Rebeca Dos Santos.

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