La pregunta que deja planteada, entonces, la película es si no habrá algo de Óscar Pérez en cada post estridente que se publica, en cada meme demoledora, en cada video que aspira a hacer que se tambalee la tiranía, cuando quien actúa así lo hace creyendo ser un superciudadano.

The Life and Death of Óscar Pérez (Vie & Mort d’Óscar Pérez, Francia, 2018) es un mediometraje sobre el difunto piloto de helicópteros, buzo de combate, paracaidista y jefe de operaciones aéreas de la Brigada de Acciones Especiales del equivalente venezolano del FBI. Óscar Pérez parecía destinado a ser lo más semejante en la vida real a un superhéroe. Así lo entendió el director del Cicpc José Gregorio Sierralta, quien permitió la participación del agente en el papel protagónico de un largometraje de ficción estrenado en 2015 y le dio toda la colaboración del cuerpo policial.

Pero el 27 de junio de 2017 Óscar Pérez decidió que su destino estaba del otro lado de la historia. Demostró sus habilidades de superpolicía en una acción subversiva espectacular: disparó desde un helicóptero policial contra las sedes del Ministerio de Relaciones Interiores y el Tribunal Supremo de Justicia sin matar ni herir a nadie. Luego, escapó volando sobre Caracas.

El mismo día había subido a Youtube un video en el que invocaba el derecho constitucional a desobedecer a las autoridades que consideraba ilegítimas y llamaba a la rebelión. Estaba rodeado de un pequeño grupo de supuestos militares y policías encapuchados: su “coalición”. En lo que iba de año, más de 90 personas habían muerto en protestas contra el régimen de Nicolás Maduro, que desconocía la autoridad de la Asamblea Nacional de mayoría opositora y había llamado a elegir una “asamblea constituyente”.

En diciembre, el policía rebelde participó en la toma de un comando de la Guardia Nacional, en la que presuntamente se apoderaron de alrededor de 25 fusiles de asalto sin que tampoco hubiera muertos ni heridos. Parecía que estaba comenzando una lucha armada contra la dictadura cívico-militar.

El 15 de enero Óscar Pérez murió, junto con otras seis personas que integraban su “coalición”, en un ataque de policías y militares a la casa en la que se escondían en El Junquito, cerca de Caracas. Desde que los rodearon, y durante todo el tiempo que duró la operación, publicó en Internet varios videos en los que manifestaba su voluntad de rendirse y de entregarse. El certificado de defunción atribuyó su deceso a un disparo en la cabeza.

El rastro audiovisual de la vida y muerte de Óscar Pérez no comprende solamente la película Muerte suspendida, los citados videos y otros registros de los medios de comunicación, como los de su sorpresiva participación en una manifestación en Caracas en julio de 2017. Quedó también grabado en videos de entrenamientos policiales, así como en varias campañas en las que participó, tanto en su calidad de policía ejemplar como de creyente evangélico dedicado a prestar ayuda a su prójimo necesitado.

Con un montaje de materiales de todos estos tipos compuso su biografía el periodista Romain Champalaune, quien había hecho antes un cortometraje sobre la crisis económica venezolana: Café con leche (2018), acerca del uso del precio de esta bebida como indicador económico por la agencia Bloomberg. Es también realizador de Samsung Galaxy (2015), sobre una trabajadora surcoreana cuya vida gira absolutamente toda en torno a la corporación.

Una mirada no lo suficientemente atenta podría llegar a creer que The Life and Death of Óscar Pérez es un homenaje al policía rebelde, o hasta una hagiografía, considerando la importancia de la religión en la historia. Pero hay detalles sutiles –y uno no tal sutil, un fragmento tomado de otra película– que matizan lo que, en todo caso, no sería sino resultado de la manera como quedaron registradas su vida y su muerte en las redes sociales.

Exagerar la coherencia explícita hasta el punto de crear un sentido implícito contrario es la estrategia irónica de Samsung Galaxy, y pudiera haberse repetido en The Life and Death of Óscar Pérez. Si fuera propaganda, el documental no hubiera llegado al Festival Ji.hlava de la República Checa, donde tuvo su estreno internacional en octubre. Por eso mismo, la película llama a pensar, no tanto en el héroe que pudo haber sido en la vida real como en el personaje bigger than life de las imágenes que lo sobreviven.

En esas imágenes, el superpolicía asesinado en El Junquito tiene un aspecto indestructible en el que quizás él mismo terminó creyendo, además de en su dios. Lo demostrarían los videos que publicó uno tras otro para tratar de salvar su vida y la de sus compañeros el día que los mataron, como si esas imágenes pudieran protegerlos de las balas, las granadas y los cohetes que les disparaban. La pregunta que deja planteada, entonces, la película es si no habrá algo de Óscar Pérez en cada post estridente que se publica, en cada meme demoledora, en cada video que aspira a hacer que se tambalee la tiranía, cuando quien actúa así lo hace creyendo ser un superciudadano.

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