Los 8 más odiados
En el formato episódico, la narración fluye con mejor suerte, porque los cortes, aunque arbitrarios, caen con la precisión narrativa que se le conoce al director.

En 1992, la salida de Reservoir Dogs, primer filme de un entonces desconocido, fue saludada por la crítica francesa como “les débuts fracassants de Quentin Tarantino”. El término es de difícil traducción pero implica a la vez, nuevo comienzo, ruido ensordecedor y ruptura radical. Había motivos. El director había tomado un hecho relativamente sencillo, un asalto a un banco y lo había deconstruido en un rompecabezas apasionante que mezclaba anécdotas mínimas, perfiles antipáticos, saltos en el tiempo y desnudaba el núcleo de una traición que se revelaba tardíamente.

Tres años más tarde, Pulp fiction se alzaba con la Palma de Oro de Cannes en una decisión muy lógica. El presidente del jurado era Clint Eastwood y saludaba con ese gesto un filme desenfadado que extremaba las tendencias de la primera obra con una libertad narrativa que haría escuela. Sorprendentemente, el director no ha sido tan prolífico. Siete películas en 20 años, si excluimos colaboraciones, algún segmento menor y algún capítulo de televisión. Su octava película, salió en 2015 y se llama Los ocho más odiados. Tuvo su cuarto de hora y retornos modestos, pero Tarantino parecía exacerbar sus tendencias más oscuras y su gusto por torcer las líneas narrativas jugando con vueltas de tuerca que se enroscaban a sí mismas. La película, con sus 2 horas 48 minutos, se volvía, admitámoslo, algo tediosa para los espectadores que esperaban los tics de dinamismo de Tarantino. Pero vivimos tiempos de cambio y, dada la importancia que han adquirido las plataformas, alguien tuvo la brillante idea de descomponerla en una serie de 4 partes, agregando algunos minutos como aderezo.

En el cine norteamericano hay un tema que de forma insólita ha sido abordado de manera magistral por el menos esperado de los géneros. El tema es el del huis clos, el espacio cerrado en el cual las psicologías de los personajes se revelan y se desarrollan. Sorpresivamente, la película que mejor lo ha tratado hasta el día de hoy ha sido el padre y la madre de todos los westerns: La diligencia de John Ford, un filme de 1939. El presupuesto argumental es el motivo. Una serie de desconocidos se encuentra en un espacio confinado, por un motivo externo que los mantiene ahí y no les permite moverse. El encierro los hace interrelacionarse, conocerse, repelerse o solidarizarse. Y al final viene el desenlace, en el cual todos los conflictos se anudan y resuelven, de una forma o de otra. Generalmente de otra.

En el caso de Los ocho más odiados, ese espacio confinado se desdobla en una inicial diligencia y una posada en el camino. Los ocho desconocidos de Tarantino, eco de los ocho de Ford, arrastran sus historias, porque la trama se desarrolla en Wyoming, al término de la guerra civil, y por ahí hay un confederado negro y un coronel sudista, que acompañan a una rea que será ejecutada y a su custodio, sin contar los dueños de la posada. Todos guardan celosamente su pasado y Tarantino se toma su tiempo en ir desarrollando, con parsimonia que incluye algún flashback, las tramas que los han llevado a encontrarse en ese blanco invasor que el entorno propone. Porque lo que precipita el encierro es una tormenta de nieve que los clava en una posada de la cual no hay salida. Y por supuesto, dado el momento histórico y la pluriculturalidad de los agonistas, las tensiones están a flor de piel, con armas cargadas a la mano (¿metáfora de los Estados Unidos contemporáneos?). Probablemente este elemento, la paciencia con la cual Tarantino demoraba el estallido de la violencia, jugara excesivamente con la paciencia del espectador en la película.

En el formato episódico para Netflix, la narración fluye con mejor suerte, porque los cortes, aunque arbitrarios, caen con la precisión narrativa que se le conoce al director. Ahora bien, todo drama confinado a la austeridad de un solo decorado necesita una resolución potente y la de Tarantino es audaz y consiste en una vuelta de tuerca final que no se debe revelar, pero que coincide con el estallido final de violencia que todos esperan desde el primer minuto de película. Total, que la serie es mucho más disfrutable que la película, lo cual dice mucho sobre el nuevo medio para el cual el formato luce como privilegiado.

Los ocho más odiados (The Hateful Eight). EE UU, 2019 (La serie sobre un filme original de 2015). Director: Quentin Tarantino. Con: Samuel L. Jackson, Jennifer Jason Leigh, Kurt Russell, Demian Bichir, Michael Madsen.

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