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Javier Cámara y Ricardo Darín en ‘Truman’, una de las mejres del festival.

Como se ha anunciado, el Festival de Cine Español en Venezuela cumple dos décadas que podríamos llamar exitosas. Veinte años que han requerido el trabajo, la organización y la perseverancia de la Embajada de España en Venezuela, Gran Cine y Queiroz Publicidad, con el apoyo del Trasnocho Cultural, Cinex, Cinematográfica Blancica y Cines Unidos. Un festival esperado cada año por los cinéfilos venezolanos. Hoy quiero compartir con ustedes mis favoritas de las ocho películas de la selección oficial.

Cuando la vi el año pasado me encantó Truman, una de esas ‘pequeñas grandes películas’ que hablan de la dimensión humana de los héroes anónimos. Ganadora de 5 premios Goya 2016 —incluyendo mejor película, actor y director— cuenta la historia del reencuentro de Julián y Tomás, un argentino y un español, amigos de vieja data que han llegado a la madurez. Este es su último encuentro pues la muerte ronda. Fue dirigida con gran tino por Cesc Gay. Las actuaciones de Javier Cámara y Ricardo Darín son fundamentales. Ambos recibieron el reconocimiento al mejor actor (ex aequo) entregado en el Festival de San Sebastián 2015. Se las recomiendo vivamente. Y Truman es un canino encantador.

Es imposible obviar Julieta, lo más reciente de Pedro Almodóvar, que participó en el Festival de Cannes 2016 y es la propuesta de España al Oscar 2017 como film no hablado en ingés. El cineasta manchego cambia de registro, de nuevo, y se sumerge en el universo femenino, como en sus mejores películas. Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, de la que no sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene tres hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren. Es la adaptación que hace Almodóvar de los relatos Destino, Pronto y Silencio, de la premio Nobel de literatura canadiense Alice Munro. Una historia de mujeres sobre el dolor, la culpa y la pérdida. Muy bien actuada por Emma Suárez y Adriana Ugarte.

Otra fundamental es La punta del iceberg, ópera prima de David Cánovas. Basada en la obra teatral de Antonio Tabares —montada por Javier Vidal en la sala Espacio Plural del Trasnocho Cultural en octubre del año pasado— narra una historia de misterio y mentiras. Una empresa multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados. Sofía Cuevas (Maribel Verdú), alta ejecutiva de la compañía, es la encargada de realizar un informe interno para esclarecer los hechos. A través de sus entrevistas con los empleados, irá descubriendo abusos de poder, mentiras y la existencia de un ambiente laboral enfermizo.

Estas son mis tres favoritas. Pero revisemos las otras.

Aunque aún no la he visto, creo que hay que poner atención a El amor no es lo que era, de Gabriel Ochoa. Tres historias que se desarrollan en la misma ciudad, donde el amor es el principal protagonista de tres relaciones que tienen trayectorias divergentes basadas en la física y química, la parábola (dos puntos que finalmente se volverán a unir) o la hipérbola (dos puntos que se separarán para no verse jamás). En la película intervienen los venezolanos Ada Hernández (guión) y Gabriel Guerra (dirección de fotografía). Ada Hernández es coautora del guión de El Inca, película venezolana de próximo estreno, y Guerra realizó la dirección de fotografía de La distancia más larga.

Tampoco se puede ignorar Ocho apellidos catalanes, la secuela que hizo el veterano Emilio Martínez Lázaro de su muy exitosa Ocho apellidos vascos. De nuevo sus actores son Clara Lago y Dani Rovira, junto a Carmen Machi y Karra Elejalde. ¿La historia? Las alarmas del vasco Koldo se encienden cuando se entera de que su hija Amaia, tras romper con el andaluz Rafa, se ha enamorado de un catalán. Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. Un fórmula comercial que funciona. Para reír con los estereotipos de las distintas autonomías de España.

Me llama la atención Benidorm, mon amour. porque conocí a su director, Santiago Pomariola, cuando hace décadas trabajaba en Caracas. Esta película es una adaptación de la serie valenciana L’Alqueria Blanca. Verano de 1962, Tonet aprovecha un permiso de la milicia para ir en coche con sus amigos Sento, Jaume y Tomy a Benidorm. Sueñan con disfrutar unos días del sol, las playas y, sobre todo, de las suecas y sus biquinis. Pero se verán envueltos en una trama de falsificadores y policías que los persiguen.

Tampoco he visto Los exiliados románticos, de Jonás Trueba. Presenta la historia de tres amigos que emprenden un viaje sin motivo aparente, tan sólo buscando el encuentro de amores idílicos y a la vez efímeros, con la única misión de sorprenderse a sí mismos y seguir sintiéndose vivos. Los exiliados románticos obtuvo los premios Especial del jurado y Mejor Música en el Festival de Málaga 2015. Trueba es el autor de películas como Todas las canciones hablan de mí y de Los ilusos, presentadas en anteriores ediciones del Festival.

Finalmente está Kiki, El amor se hace, dirigida por el actor Paco León. Cinco historias de amor y de curiosas filias sexuales coinciden en un calenturiento verano madrileño. Dacrifilia, Elifilia, Somnofilia y Harpaxofilia son algunas de las particulares formas de obtener placer que descubren nuestros protagonistas, pero para disfrutarlas tendrán que decidir cómo integrarlas en sus vidas. Realizador de películas como Carmina o revienta y Carmina y amén, León regresa con esta producción divertida y fresca, que reivindica lo diferente desde una mirada desprejuiciada y llena de una contagiosa ternura.

 

 

 

 

 

 

 

 

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