María Ángeles Octavio
Autorretrato de María Ángeles Octavio.

Hubo un país donde esta escritora venezolana narró en  18 relatos con Exceso de equipaje (Monte Ávila Caracas, 2004, volumen ganador en su  Concurso de narradores  inéditos) vivencias y fantasías de un ser agresivo, alucinado, viril en temas, vocablos y tonos. Lucía literatura para literatos de potencia magnética por sus disparates, juegos irónicos de final imprevisto, hechos extraños, pesadillas de una intimidad rota y solitaria.

En reedición preciosa de Sudaquia (Nueva York, abril de 2016) de próxima presentación en Miami, en relectura, y al contrario, resulta un álbum de visionario registro social. No es casualidad. María Ángeles Octavio ejerce, entre otros talentos, el de comunicadora por la UCAB y el de profesional de la fotografía artística.

Su mirada de lente aguda traspasó la realidad aparente para desintegrar y enseñar escondidas verdades. Así, como la presunta coherencia nacional de aspecto republicano y nombre revolucionario muestra su mentirosa doblez. En sus tramas, por ejemplo, una mujer ingenua sucumbe a la oferta de paraísos ardientes, víctima de un señuelo mercantil-ideológico. Valijas de mucho sobrepeso en la aduana, sospechosas de contrabando, son el conjunto de un acumulado vacío existencial. Una novia infeliz asiste a su boda, oculta en decorativa estatua de hielo que llora sudor. Un tentador bocado de cacao excita la sensualidad oral como carnada para un asesinato. Así por el estilo. A lo Buñuel.

Exceso de equipajeHoy, en el mismo lugar, lo insólito diario es el reino de la trampa habitual, un circo de apariencias con armas de doble envoltura. Es la ambigüedad criminal en acciones y lenguaje genocidas que hoy definen al régimen por sus abusos de largo turno en ilegales mandos. Su Constitución es la delictiva normalidad del engaño continuo.

Leer a Nines —sobrenombre  familiar de la autora, hoy emigrante del galut criollo, radicada en Estados Unidos— es deshojar una cobertura de escritura-látigo que va develando una frágil y nerviosa sensibilidad femenina confrontada con humor lacerante al opresivo poder machista de charretera, bota y medalla, en cualquier disfraz de hombres y hembras, al punto que la gente se bestializa y los animales se humanizan. Todo al revés. Como si nada…

Y a su original manera de alto calibre literario, María Octavio relata lo duro contundente mientras desnuda lo delicado sufriente. Es la malquerida Venezuela en el colmo de su padecer terminal, sumida en una absurda sinrazón  Así se descubre ahora en éste, por el momento, su único  libro.

Es que los  textos clásicos resucitan en cada nueva lectura. Milagros del arte.

alifrei@hotmail.com

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