El valor predictivo de las encuestas no sólo depende de la calidad de las mismas, sino más bien, y fundamentalmente, del entorno y de su estabilidad. Cuando hay turbulencia, las predicciones son difíciles de hacer. Las encuestas no son películas: son más bien fotografías, que señalan lo que sucede en un momento en particular. Sin embargo, si colocamos un montón de «fotografías» sucesivas, una tras otra, es posible percibir cierto movimiento, y confiar en que detectamos tendencias. Y es común pensar que a partir de las tendencias podemos predecir.

Hasta aquí vamos bien. Asumamos que las encuestas están bien hechas, que no hay fallas de muestreo, ni en el cuestionario, y los entrevistadores hicieron su papel perfectamente bien. En escenarios estables, las tendencias se mantienen, es relativamente fácil y seguro hacer proyecciones: se trazan dos puntos, a partir de dos momentos particulares (o fotos), los puntos se unen y obtenemos una raya, cuando prolongamos esa raya hallamos tendencia y predecimos.

Sin embargo en situaciones de inestabilidad político-electoral la situación puede cambiar sustancialmente, y con frecuencia lo hace. Porque lo que no dice la encuesta es cuándo hay un giro notable, un punto de inflexión positivo o negativo, un golpe de timón que hace que la tendencia que venía se quiebre y arroje cambios significativos, en tiempos muy breves. Y eso suele pasar en situaciones inestables. Aquí es donde las encuestas comienzan a perder utilidad como instrumentos que facilitan la predicción. En ocasiones los giros o los puntos de inflexión son totalmente impredecibles en sí mismos, y dependen de mínimos factores, cuya ocurrencia desencadena una serie de eventos de consecuencias significativas: una cuña o spot publicitario de alto impacto, o un acto simbólico impresionante, pueden cambiar significativamente la decisión de voto y revertir tendencias.

Existen muchos ejemplos de estas situaciones: en su magistral libro autobiográfico Como pez en el agua, Mario Vargas Llosa narra cómo el grotesco spot de un monito meón en enero de 1989, a tres meses de la primera vuelta presidencial, cuando Vargas estaba por encima del 50% en las preferencias electorales, en sólo dos días de transmisión marcó un notorio y negativo punto de inflexión en la campaña de Vargas. Otro ejemplo interesante se dió en el debate presidencial en Polonia entre Walessa, que iba ganando, y Aleksander, que iba perdiendo. Al final del debate Aleksander se acerca a brindarle su mano a Walessa y éste, orgullosa y prepotentemente rechaza su amistosa oferta. Se dice que este pequeño acto simbólico a una semana escasa de la elección, visto desde sus pantallas por millones de electores, hizo perder cinco puntos a Walessa, y ganar la elección a Aleksander.

Pequeños e impredecibles eventos pueden tener consecuencias enormes durante una campaña electoral, especialmente si ésta ocurre en períodos de inestabilidad. La inestabilidad induce a pensar que la turbulencia electoral debe ser abordada con cambios en nuestros paradigmas de medición e interpretación de la opinión pública: ya los eventos no pueden predecirse bajo la misma óptica de años atrás. Quizás el basamento teórico que mejor aborda la predictibilidad en sistemas inestables es la Teoría del Caos. Esta teoría nos explica que lo improbable ocurre con frecuencia, y cuando ocurre genera consecuencias importantes. Las pequeñas diferencias iniciales pueden convertirse en arrolladoras diferencias en los resultados. Es lo que los teóricos llamaron «el efecto mariposa» o la noción de que una mariposa que vuela en el Amazonas puede afectar el sistema de tormentas sobre Nueva York, un mes después.

Al igual que ocurre con las sutiles alas de una mariposa, pequeñas diferencias metodológicas entre encuestadoras podrían no generar grandes diferencias cuando estamos midiendo propiedades estables, pero sí las hacen cuando medimos propiedades inestables. Es la formalización de lo que a veces se llama un toque de buena o mala suerte durante la campaña. El aporte que en este sentido la Teoría del Caos hace a los encuestadores que actúan como consultores políticos es: sean rigurosos y formales, pero también sean humildes con sus capacidades de predicción…

Este artículo es parte del libro de la autora ¿Cómo ganar una elección?

About The Author

Deja una respuesta