Es de agradecer la declaración del ministro guía y defensor de esta larga, gloriosa gesta soberana, general Vladimir Padrino López, el reciente 5 de julio.

Se acabó la farsa luego de veintidós años montando simulacros criminales desde un Ministerio de la Defensa que defiende y ejecuta, sí, el saqueo y la venta del territorio nacional a los imperiales mercados chino, ruso, iraní, turco y hospeda con complicidad a narcotraficantes y terroristas, mientras congela vivos todavía en tumbas a todo civil y militar disidente para que sea carne de tortura, suicidio inducido, ejecución extrajudicial o asesinato, bajo el imperio de su ley marcial. Fusión revolucionaria de Mao, Hitler, Stalin, Pinochet, Videla y Castro.

Desde aquel día cuando ya presidente Hugo Chávez se presentó ataviado con lujoso uniforme militar verde oliva para un evento civilista, quedó claro que su reinado como jefe-comandante de la Fuerza Armada sería siempre militarista, borrando su historia de mediocre soldado subversivo preso, de repente cabal demócrata en flux y listo para participar en cívicas y limpias elecciones.

Esa indumentaria marcó la entrega de su Ministerio de la Defensa anticonstitucional a la que hasta ese momento era oculta asesoría castrocubana, G2 de por medio, primero modelo y ejemplo, luego y siempre, de ciega obediencia a la dictadura castrense del fidelismo. Así selló el tránsito de la Venezuela independiente hacia su condición  de colonia o consulado sumiso al imperialismo comunista hemisférico, sistema injerencista de calco directo en el sovietismo.

En los cuarteles continúa el proceso de graduar promociones que segregan a los demócratas y  condecoran a los más aptos para ejercer la corrupción, el oficio de torturadores diestros en suicidar y asesinar en seco. A pobres y  analfabetos hijos de la calle se los aglomera sucesivamente en cuevas para titularlos de policías bolivarianos, guardias ‘nacionales’, milicias, colectivos, hasta alcanzar sus  diplomas delincuenciales de expertos en cruel represión violatoria de los derechos humanos bajo siglas altisonantes: Faes, Dgcim Cicpc, Sebin.

Es de agradecer la declaración del ministro guía y defensor de esta larga, gloriosa gesta soberana, general Vladimir Padrino López, el reciente 5 de julio, pues refrenda con sinceridad inusual y en tono desesperado de quien está nervioso ante traiciones visibles, que esa misma, su revolución bolivariana castrochavista, sigue para quedarse y las votaciones que su generalato coordina con los funcionarios civiles pero no cívicos del PSUV son puestas en escena cuando conviene a prolongar su fijo control de todos los poderes.

Sea cual sea el motivo preciso de su confesión, pone de manifiesto hasta qué punto el mafioso militarismo cupular nunca se satisface del todo con los tesoros públicos nacionales robados que pagan sus bacanales transmundiales y repletan sus cuentas en la banca internacional de toda clase. Ahora sobornan a través de su palacio del títere manipulado entre flores venenosas y mezcla sin sonrojo ni excusas a fracasados comensales de mesitas, politiqueros habituales, politicastros de tradición desertora. Todo un combo también parasitario en boca del mayor padrino, quien les advierte que de todos modos y maneras, votaciones  o no de por medio, los armados nunca jamás cederán su trono.

Golpe de Estado convicto y confeso. Con desenlace previsible, pues abunda la  ambición depredadora de tantos premiados con medallas soleadas.

Descartada ya una solidaria, necesaria intervención humanitaria armada para desalojarlos y salvar al hemisferio, queda una sola opción pues la disidencia formal, constitucional, con su enfermizo y en apariencia incurable personalismo, se dejó sabotear, dividir y anular. Existe sí la legítima, digna, sufrida y proactiva reserva de la diáspora pero con apoyo dependiente de azares electoralistas foráneos.

Y así continúa la tragedia que comenzó en género de sainete con un paracaidista de gran calidad actoral, masivamente aplaudido, que incluyó la justificación de un presidente constitucional y en pleno Congreso.

Quedaría entonces la rebelde víctima Fuenteovejuna. Si a costa de su sangre inocente, humilde, hambreada, enferma, vigilada, agónica, lograra el milagro de liberar al secuestrado territorio y el padrino superior se marcha para su segura residencia en la Rusia del zar Putin, vía La Habana, ¿cuál poderoso ente civil llenaría de inmediato el consecuente vacío de poder que tiene tantos adictos uniformados?

Y mientras tanto, la denominada Justicia Penal Internacional, defensora del derecho a la vida en sana libertad, sigue durmiendo su interminable y bien remunerada siesta que deja oxidar los banquillos de acusados y le da interesadas largas a su obligación de validar innumerables pruebas condenatorias. Por eso la criminalidad militar y civil siguen impunes. Y en Cubazuela crece el bandidaje, padrinos y ahijados que sostienen al régimen del fascista. “El Estado soy yo.”

Fue la más comentada y escandalosa noticia semanal. ¿Será otra vez rutina, chisme, retórica, perdón, olvido y votación sin elección para el famoso ”no ceder espacios»? Para eso también sobran los banquillos, hasta hoy sin uso.

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