Hay una cantidad de países, manejados por políticos de verdad, asesorados por científicos, que haciéndole frente, coordinada y tempranamente a la pandemia, son un ejemplo ante el mundo.

Este título en castellano podría hacernos recordar el de The Ladykillers, una película del año 1955 dirigida por Alexander Mackendrick, una deliciosa comedia negra —perdónenme lo de negra pero es una simple clasificación— con las magistrales interpretaciones de Alec Guiness, Peter Sellers y otros. Sin embargo y a pesar de no referirme a ella concretamente en este artículo, es un buen bocado de comienzo, pues su final concluye con una matazón, y a eso si voy a referirme de aquí en adelante.

Querámoslo o no, vivimos no pendiente de un hilo sino de una especie de pelotica rodeada de punticas (¿rojas?) llamada coronavirus y más precisamente de la moridera que produce, además de las consecuencias económicas, sociales, familiares, y todos los etcéteras que puedan añadirse.

El invisible asesino tiene pocos meses dándole la vuelta a la tierra, pero ya está causando suficiente daño como para no ser olvidado prontamente. Y su efecto devastador ha logrado dejar de lado y mucho, unos acontecimientos que hicieron un llamado de alerta en su momento, pero que desgraciadamente, como incontables historias que acontecen en el mundo, tienden a olvidarse rápidamente.

Me refiero a ese otro virus maligno que se regó también rápidamente y que a falta de una mejor definición se le llamó la antipolítica. Es decir, y tratemos de resumirlo, como aquél fenómeno por el cual, muchas poblaciones del mundo, decidieron castigar los errores de los políticos habituales o de profesión y elegir para comandar países a cualquier bufón, populista, payaso o diseminador de promesas que apareciera en el momento menos oportuno. Y más de uno lo logró, se consolidó en el poder, con el plan de acabar con el pasado, con renovar, con crear un mundo nuevo, unas vueltas a lo mejor del pasado y al luminoso porvenir del futuro. Y cual encantadores de serpientes iniciaron el sonido de sus flautas para embaucar al prójimo.

Poco propenso como soy, a creer en avecillas embarazadas o en cantos de sirenos arrullantes, prefiero irme a los hechos, a los descarnados hechos, a los números y estadísticas que dicen mucho y son irrebatibles.

Vuelvo entonces a la pelotica asesina y su viaje mundial. Para el momento de escribir este artículo, un conteo, publicado por la BBC de Londres y proporcionado por la Universidad Johns Hopkins, daba la siguiente información: “Hay más de 500.000 (medio millón) de muertes confirmadas en el mundo como consecuencia directa del coronavirus”. Dato bastante preciso que muchos han calificado como austero, pues podría pecar más de escaso que de exagerado.

Ahora bien, ¿qué países encabezan el quinteto de la muerte del coronavirus o —para hablar en términos equinos— el marcador de los cinco primeros puestos de llegada de tan escandaloso ‘premio’? Mencionémoslos: EEUU que con 330 millones de habitantes tiene más de 130.000 muertos; Brasil que con 211 millones de habitantes tiene más de 65.000 muertos; Reino Unido que con 68 millones de habitantes tiene más de 44.000 muertos; Italia que con 60 millones de habitantes tiene más de 35.000 muertos; y México que con 128 millones de habitantes tiene más de 32.000 muertos.

Si sumamos la población de estos cinco líderes mundiales en desgracias, nos daría un aproximado de 800 millones de habitantes, algo así como el 10% o la décima parte de la población mundial. ¿Y cuál es el éxito de estos encumbrados paladines? Que con sólo el 10% de la población mundial, han alcanzado el deshonroso privilegio de contar en su haber con el 60% de las muertes del mundo, es decir más de 300 mil muertecitos muertos del total de 500 mil.  Tremendo logro malsano.

¿Y a qué se debe este resultado? Fundamentalmente al gran triunfo de la antipolítica en las urnas y en las ideas liberadoras de iluminados. Revisen ustedes quiénes gobiernan estos cinco países y traten de responderse a sí mismos, si los electores de ellos lo hicieron bien, o deberían estar arrepentidos. Menciónenlos ustedes y traten de ver la realidad. Yo no me atrevo ni a escribir sus nombres, pues creo que puede ser pavoso, como se dice en mi país, o de mal agüero que es más universal.

Para hablar en positivo, de otro lado, hay una cantidad de países, manejados por políticos de verdad, asesorados por científicos, que haciéndole frente, coordinada y tempranamente a la pandemia, son un ejemplo ante el mundo. Alemania, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Australia, Singapur, los del norte de Europa, incluso la misma India y hasta dos chiquiticos americanos: Costa Rica y Uruguay, han dado muestras de que las cosas se pueden hacer correctamente y evitar así el desastre que se está viviendo, sobre todo en el quinteto de la muerte.

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